domingo, 31 de julio de 2011

Miami para todos los bolsillos

Ayer tuve la ocasión de probar dos planes diferentes, pero básicos en la dieta vacacional: playa y discoteca.

Por la mañana nos fuimos a la playa, al parque Bill Baggs Cape Florida State Park, en la isla de Cayo Vizcaíno. La idea que yo había entendido era irnos a la playa, hacer allí la comida y luego darnos un baño. En resumen: Domingueros en la naturaleza.

Llegamos y mientras esperábamos a un amigo de Oscar, pudimos contemplar el espectáculo: en medio de una zona de naturaleza semi-salvaje, un montón de gente de picnic, celebrando cumpleaños, con la música a todo trapo. Vamos, choni, choni...

El caso es que no me había enterado muy bien, como viene siendo habitual estos días. Y cuando Oscar me dijo que su amigo quería pollo frito, no se refería a hacerlo él o traerlo hecho de casa, sino a comprarlo en el KFC (Kentucky Fried Chicken) y llevarlo luego al parque. Mejoraba la situación aún más...

Menos mal que el KFC había cerrado hacía tiempo y finalmente nos fuimos a comer al único restaurante del parque, donde sirven pescado recién capturado. En Florida hay muchísimo pescado y muy bueno. Me tomé una dorada para chuparse los dedos, y eso que no me gusta el pescado. Mientras estábamos allí me quedé empanado mirando al mar, con la brisa en la cara, un tiempo buenísimo, escuchando música cubana... vamos, como si estuviera en una isla del Caribe. Un momento genial del día.

Por la tarde continuamos con nuestro plan barato. Llegó el momento del baño. No estaba nada mal la playa. El agua era caldito, y se estaba muy bien. El problema es que no te bañas a gusto. Todo el mundo se queda cerca de la orilla, porque a veces han venido tiburones a comer bañistas. Y no sabes si estás en aguas infestadas por tiburones o que los americanos son unos exagerados, pero por si acaso te quedas en la zona de los meaos.



Una cosa curiosa de esta playa es que las tortugas vienen a desovar aquí. Por toda la playa ves marcados cuadraditos a los que no se puede pasar porque hay un nido puesto. Y que no se te ocurra tocarlos. Las multas empiezan a partir de 25.000 dólares. Esa es otra cosa que me molaría hacer: ver a las tortugas nacer e irse al mar.




Llegó la noche y empezó el plan carísimo: de fiesta a Miami Beach. Cena: $35. Bien. Primera copa: $13, y nos habían hecho de el favor de no tener que pagar $20 para entrar. Ponían House en el garito, todo el mundo un estirado que para qué... no me gustó. Y ya pasé de seguir gastando pasta. Estuvimos en otro sitio, el Delano, un hotelazo que abrían como discoteca con piscina y todo. Muy bien. Pero todo carísimo...el taxi de vuelta, otros $30.

Lo más curioso de la noche, el comentario de otro español que venía con nosotros: "Aquí en Miami Beach, no sé distinguir si las tías con las que hablo son putas o no". Y tenía razón el chaval, porque la "novia" de otro amigo, no debía serlo y le estaba calentando delante de todos a base de bien. Supongo que se llevaría sus buenos dolarazos al final de la noche.

Así que me volví a casa cabizbajo pensando en que sigo siendo más pobre que las ratas, y que aunque gane más que en España, no puedo salir con la alegría con la que pueda salir en España, porque mi bolsillo no está hecho para fundirse más de $100 por noche de fiesta.

3 comentarios:

  1. Que sepas que sigo el blog con interés, joder, qué envidia...

    Una pregunta, si todas las tías parecen fulanas, ¿todos los tíos se parecen a Don Johnson?

    ResponderEliminar
  2. Sí, pero sólo los que están rodeados de fulanas. Que son los que llegan a los garitos en Ferrari y gastan a manos llenas.

    Los demás nos conformamos con engañarnos pensando que tampoco están tan buenas, mientras nos bebemos los lingotazos a precio de oro.

    ResponderEliminar
  3. Aún así, salir de marcha por la noche en Miami sale más barato que irse de copas con Tolo por Madrid...

    ResponderEliminar