viernes, 30 de septiembre de 2011

La maquinita del dinero

Esto es América, señores. Hoy os vamos a hablar de algo en lo que, comparado con los americanos, estamos en la Edad de Piedra.

Todos nos hemos echado las manos a la cabeza alguna vez cuando a algún listo de las pelotas suelta la fabulosa idea de... "¿Y si para sacar el dinero que necesitamos, vendemos papeletas de Lotería?". Frase que en nuestra más tierna infancia suponía un taco de 500 papeletas y perseguir a todos los vecinos sin conseguir nada. Los expertos ya pasaban de perseguir a vecinos y familiares y directamente enchufaban las papeletas a su madre para que las vendiera en el trabajo. Hoy, ante nuestra puerta, ha aparecido un tierno púber sudoroso que manejaba estas pequeñas maravillas. No hemos comprado nada, porque ya las habíamos visto antes. Que se vaya a perseguir a su tía.

El caso es que los americanos son hábiles comerciantes por naturaleza. Y son expertos en sacar pasta de donde no la hay. Lo llaman: FUNDRAISER, o maquinita del dinero. Preparan todo tipo de actos: desde los políticos que te sirven un zumito por $100, hasta obras de teatro de barrio en la que compras la entrada a precio de Palco en el Teatro Real. Pero la base son estos artilugios que poseía nuestro zagal.

El invento funciona así: tú vas a las tiendas de tu barrio, les preguntas si quieren un montón de clientes a cambio de un descuento, envías la información a una empresa y ésta te envía unas molonas tarjetas de plástico (igual que las de crédito, pero sin banda) con tu logotipo y en el reverso todos los descuentos que te has buscado.



Ahora viene la segunda fase: engañas a todos tus familiares que pagan 10 o 20 dólares por la tarjeta con los descuentos. Tú te llevas entre un 60 y un 90% de las ventas, el resto se lo saca la empresa de las tarjetas, y las tiendas del barrio casi no tienen que ofrecer los descuentos porque la tarjeta termina en un cajón, hasta que alguien la encuentra caducada del día anterior. Todos ganan.

A esto además le puedes empezar a añadir opciones. La que ha elegido mi colegio me dejó flipado. Los tíos se habían montado un esquema de comisiones por venta. Casi igual que el que tenía la empresa donde trabajé en España. La mejor clase se lleva una fiesta en la bolera, la segunda una fiesta en la pizzería y la tercera, no me acuerdo. Y... había comisiones para los mejores vendedores. El primero, un iPod touch, el 2º una DS y el 3º un ticket regalo de $100 en otra tienda. Flipante.

Así que si a todo esto le añades una buena ración de carteles por toda la escuela para motivar al personal, y un buen acto de lanzamiento de las tarjetas, nos encontramos con que has convertido a 500 niños en agresivos comerciales. El objetivo del cole es sacar $250,000 dólares este año (para pagar asistentes en todas las clases), y tal y como van, estoy convencido de que lo van a conseguir.

Adiós papeletas rancias. Hola tarjetas-descuento.

jueves, 29 de septiembre de 2011

El país de la sardinita

Érase una vez una foca a la que cada vez que aplaudía le daban una sardinita. La foca aprendió a que si aplaudía, y aplaudía bien, cada vez que se lo mandaban, conseguiría llenar el buche con sabrosas sardinitas. Hasta tal punto que aprendió a saltar, hablar, hacer equilibrio con una pelota en la punta del hocico, bailar e incluso a dar besos por conseguir sardinitas.

Ahora, poned en funcionamiento vuestra imaginación, y cambiad a la sardinita por un diploma o pegatina para el coche de tu padre y a la foca por un niño americano. De esta manera entenderéis cómo funcionan aquí la mayor parte de las cosas. ¿Tendrán algún día para festejar a San Skinner? Porque es el que les dio la clave para controlar todo el chiringuito.

En fin, a lo que iba. El caso es que aquí cualquier cosa bien hecha que haga un niño o empleado tendrá a cambio una recompensa. Para los adultos es muy fácil porque basta con nombrarles "el empleado del mes" y darle un diplomita o poner una foto de su jeta en uno de los pasillos de la empresa. Pero a los niños hay que comprarles con algo más vistoso y hoy hemos estado en una tienda para profesores en la que existían miles de artículos destinados a este propósito.

Existen miles de pegatinas de colores con frases como "Good job!" o "Excellent!" y caras de muñequitos sonrientes que el teacher te pega en el cuaderno, o papelitos con la forma de premio para que presumas, o sellos en los que viene inscrita tu hazaña, o estrellitas de colores, o yo qué sé... de todo, incluso pegatinas para el coche con las que los padres pueden fardar de que su hijo es el mejor de la clase.



También hay diplomitas de papel donde vienen inscritas un montón de frases de diferentes tipos referentes a cada una de las tareas que el chaval ha podido hacer bien.




El caso es que en determinado momento tuvieron que prohibir el que los profesores les dieran chuches por responder correctamente porque empezó a haber casos de dependencia al azúcar, jeje, y no es coña.

Total, que mirando por la tienda, hemos visto que vendían uniformes, accesorios y libros de las Girl Scout. Y adivinad qué: el tema de las insignias de las especialidades (los que sois scouts sabréis a qué me refiero) sirven exactamente para lo mismo. Las niñas scout curran y curran por el afán de conseguir todas las insignias posibles, igual que el niño de Up! Eso sí, las insignias molan mogollón, hay unas ciento y pico por cada sección y te las vas cosiendo en una banda o en un chaleco. Alucinante... no nos hemos podido resistir y nos hemos comprado el libro de especialidades del equivalente a los lobatos. Dan ganas de sacárselas todas. (Ahí os dejamos el enlace por si os queréis entretener: www.girlscoutshop.com)



¿Habremos caído también en la trampa de la sardinita?

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Ay, ay, ay

Ayyy, me duele el costillar. Menuda paliza... Llevo dos días, así como de mala hostieja. Y no sabía muy bien por qué. Bueno, a mí, como a la Mona Chita, me encanta enfadarme sin ton ni son. Pero lo de estos días ya no era normal. Tenía que hacérmelo mirar.

Y no ha habido que pensar mucho. El diagnóstico ha sido claro: exceso de información. Y es que se han juntado los astros y me han ido sirviendo una tras otra.

Empecé ayer, con una visita a Correos para enviar un paquete a mi colegio de España (saludos majetes). Y me atendió una simpática mujerona americana. A esta gente la tienen muy entrenada, te sirven como si estuvieras en el Burger: "Siguiente, en qué le puedo ayudar, rápido que cerramos". De hecho, su compromiso es "Si no le hemos atendido en 5 minutos, hable con nuestro manager". Y tienen unas colas de aquí a Lima siempre, pero consiguen atenderte en el tiempo establecido. Así que, con su gran entrenamiento de Lemming me atendió la mujer con una sonrisa a medio camino entre el "quiero ayudarte" y el "te desprecio". Como ésta, pero sin la sonrisa.



Tan contento e inocente que llegué a pedirle información para enviar el susodicho paquete. Y fostiado que me fui, con más dudas de las que llegué. Porque entre que no se sacaba la patata de la boca, que no había quien la entendiera (yo a duras penas; a Marga los ojos le hacían chirivitas) y que me despachaba rapidito... hoy he tenido que volver a ir.

He llegado con todas mis preciadas chumineces dispuesto a enviarlas. Y sólo he cometido un error: llegar a las 18:30, cuando cierran a las 18:30. Al llegar, lo primero que me veo es a la misma simpática que segun me ve entrar mira el reloj, me mira, reloj, Ñañas, reloj... y decide perdonarme la vida y atenderme. Ya le pregunto:

- ¿esta caja me sirve para enviarlo todo pagando poco?
- No lo sé... ponlo ahí. Pero rápido que cierro.
- Ya está.
- Son forifó dolars.
- (Esas tarifas no son las que ví en Internet, aquí hay algo que falla) Mmm, es un poco caro. ¿Es la opción más barata?
- Es por lo que pesa.
- Sí, pero ¿es la más barata?
- Pesa más de 4 pounds, cierro ya.
- (Mierda, acaba de meter el peso de por medio. Piensa ñañas) Mmm... bien, ¿y si le quito esto?
- Son zerirú dolars, venga que cerramos.
- (Coño, que sigue valiendo una pasta, ¿qué hago mal?) Esto...entonces me cuesta 32 pounds por mandar 4 dolars.
- No, 32 dolars por mandar 4 pounds.

Mi respuesta, en un castizo español, fruto del lío monumental: "Ah, sí, perdone".

Final de la conversación:
- Cierro ya. La box son zrí dolars. Si la compras, puedes embalarla ahí.
- (Cortocircuito) Ññññññññññññ


Y compré la caja. Sólo para darme cuenta de que embalar las cosas "ahí" significaba fuera, y que el segurata estaba esperando que saliera para cerrarme en las narices.

Me he ido con un enfado monumental, porque a los 2 minutos de salir el cerebro se ha reactivado y he visto en un puto folleto que la caja que había cogido resulta que la consideran "large", y que tenía que ser caro por el tamaño. Acabáramos. También importa el tamaño. Pues eso me lo podían haber dicho el primer día. Pero no, porque su entrenamiento de Lemming le permite responder a exactamente lo que pregunta el cliente, pero no ser creativos con las respuestas.

Así que nada. Éste ha sido mi primer encontronazo con la todopoderosa Correos, que aunque estemos en el s.XXI es la que sigue moviendo este país. La próxima vez que vaya me llevaré una bola negra de esas que tenía Bart que sabía todas las respuestas. Creo que me ayudará más que la funcionaria.

¿Puedo enviar esto a España? Sí. ¿Cuánto cuesta? No. ¿Me lo puede pesar? Quizá. ¿Pero si pesa más de 4 pounds me cuesta zerifó? Las perspectivas no son buenas. ¿Pero esto es en pounds o en dolars? Inches. Tú sí que me estás hinchando las narices. Está cerrado.



Funcionarios de Correos de España, os echo de menos.

martes, 27 de septiembre de 2011

Fiesta en casa de los Dunphy

Después de 7 albóndigas en salsa no me llega mucho el riego al cerebro, pero voy a intentar contaros otra de las grandes maravillas que hemos vivido hoy.

Los que sois fans de Modern Family (y los que no lo sois no sé a qué estáis esperando) seguro que recordáis aquel capítulo en el que es Halloween y los Dunphy organizan en su casa todo un decorado halloweeniano con telarañas, calabazas, fantasmas, murciélagos, luces negras, máquina de humo y relámpagos en el que participa toda la familia para hacer una pequeña representación a todos los niños que vienen con la cantinela del “truco o trato”.



Bien, yo cuando vi el mencionado capítulo pensé que se les había ido un poco de las manos y que habían exagerado un pelín para darle más bombo al tema, pero hoy me he dado cuenta de que no es así. Hemos ido a una tienda llamada “Party City” donde todo el minimundo de terror y miedo que crean los Dunphy estaba a la venta (y eso que aún falta más de un mes para Halloween).



Os voy a ir mencionando, así según se me viene a la cabeza, todos los artículos que el maravillado cliente puede encontrar en los arrebatados estantes: esqueletos para colgar de techo y paredes; arañas de todos los tamaños, colores y longitudes de vello; ratas que pitan, de plástico, de tela, envueltas en gasas; telarañas de tamaños descomunales; calaveras sueltas o como adorno de anillos, vasos, servilletas, collares, calcetines, gafas, carteles o pinchos para las aceitunas; velas que sangran cuando se van derritiendo; guirnaldas de todo tipo con todos los iconos típicos del terror cementeril; manos, pies, dedos, cerebros, cabezas, piernas, todo amputado y sangrante; manteles, cubertería, cristalería, servilletería y demás menaje en tonos naranja butano y negro; yo qué sé… de todo, había todo lo imaginable y más. Y digo más porque seguro que a ninguno se os ha ocurrido un trofeo "al mejor disfraz" a modo de Oscar pero con un esqueleto que entre sus manos en vez de tener una espada tiene su propia cabeza. En fin, una locura.

A todo esto hay que añadirle los miles de disfraces que tiene la tienda y artículos para la fiesta perfecta del niño y de la niña.

Así, mirando el catálogo de disfraces, los más curiosos que hemos encontrado son: bebé monstruo, todos los superhéroes y dibujos animados, Hulk Hogan, los Angry Birds, Tortuga Ninja sexy, Girl Scout titulado “Don´t touch my cookie”, spanish princess (vamos, de sevillana), Duff Man, huevos con bacon, Top Gun, Cazafantasmas con su amigo el Marshmallow, todo el universo Star Wars, cojín de pedos y el mejor de todos, disfraz para niño de 3-4 años de… repartidor de UPS. Estos americanos sí que saben.



Y así, para rematar, deciros que aquí es posible montar tu fiesta de cumple de un solo color o temática: princesas, vaqueros, soldados, piratas, Toy Story, Star Wars, y yo qué sé, aquello era el disparate de las cosas para fiestas de niños, vamos, que había hasta confeti con tu nombre. El disparate de las absurdeces.


Os dejo el enlace de la página de esta tienda porque no tienen desperdicio los disfraces para perros:
www.partycity.com/category/halloween+costumes/dog+costumes.do

lunes, 26 de septiembre de 2011

Junk Food

Esta tarde algo me ha hecho reflexionar poderosamente. Volvía yo a casa tan tranquilo cuando las fuerzas del mal me han acechado. Uno tras otro sabrosos olores me apartaban de mis pensamientos. Y cuando miraba la procedencia, sólo veía alegres lugareños cerrando la bocota sobre suculentos preparados pseudocomestibles. Qué hambre más enorme me ha empezado a entrar...

Y el hambre me ha hecho fijarme en algo en lo que no había caído. Más que cualquier otra cosa, en Miami se puede encontrar una amplísima variedad de establecimientos de comida basura. Y encima, es que les encanta.

Todo comienza por la mañana, cuando voy paseando al colegio. Paso por delante del McDonalds, y no sé cómo lo consiguen, pero tienen el local lleno. ¡A las 7:30 de la mañana! De allí ves salir a satisfechos americanos con una bolsita de papel y un café. El café. Este café:



Yo pensaba que los americanos desayunaban un megabreakfast a base de gachas, huevos revueltos y torres de tortitas. Pues no, otro mito a la basura. Se toman su McCafé y, a veces, una rosquilla rosa.

Este vaso debe ser el mayor invento del siglo para los americanos: ¡Un vaso que lo coges y no quema! Y ahí salen con su café, y se dedican a pasearlo por donde pillan. Y tan orgullosos están que les da igual quién venga. Como si el Papa viene a visitarles. Si es la hora del café ellos se van con su café encima. No tienen la delicadeza de decir: "Su Santidad, ¿quiere un café?". No. Ellos se lo restriegan, que bien elegantes que son los vasitos de las narices.

Después del café pasan a media mañana a su "snack". Pero lo de media mañana es literal. Algunos "comen" a las 10:30. Y se meten entre pecho y espalda lo primero que pillan, véase: pizza fría del día anterior, un sandwich guarro, una salchicha arrugada, un poco de queso en barritas (como las de una termoselladora, pero en queso), pataticas fritas, lo que sea. Pero no os penséis que todos juntos, no, una cosica y ya está.

La siguiente comida que se echan al cuerpo es como a eso de las 4. Digo yo, no les he visto, pero es lo que yo hago. Que llego con tanta hambre que me echo al buche una "madalena" o un "curasán" mojado en leche. Bueno, quien dice uno, dice cinco, que hay mucha hambre para las 4. Joder, qué pasa. Que casi no como nada antes...

Y luego llega la cena. Y dices: vale, si no desayunan fuerte, cenarán fuerte. Pues tampoco. ¿Qué cenan? Seguimos sin saberlo bien. Suponemos que algo congelado metido en el aceite que acumulan para su jubilación en la freidora. Bueno, también les vemos a raudales en los McSitios de McComida. Pero nos negamos a creer que es su única dieta. De todas formas, en el súper nos cuesta encontrar comida digna.

Así que en nuestra ansia de parecer buenos americanos, nos hemos hecho un ranking de las mejores opciones alimenticias para el americano medio. Todas las opciones están cocinadas en extraños brebajes químicos que las hacen oler bien y los vende una dicharachera mascota (si no, no les gusta). Éste es el ranking, de peor a mejor, que así hay emoción.

En último lugar: Burger King. ¿? ¿Cómo? ¡Pero si a mí me encantaba en España! Pues sí, amigos. Aquí sabe a perro mojado. Me comí uno un día y las papilas gustativas huían del perro, digo..., de la carne.



Segundo por abajo... Taco Bell. Aquí te venden supuesta comida mexicana. Sí, un gringo sonriente lleno de granos (con mucha grasa también) te vende 12 tacos por 6 dólares. Atentos, que me comí tres y estaba lleno. Esta vez, en vez de las papilas, notaba al estómago huir. Sabían a... fatal, sí, ése es el sabor: fatal.



El tercero por abajo... McDonalds. Todos sus McSabores son McNeutros. Están entre el jugoso sabor a carne americana y el de los periódicos del domingo (mojados con el mismo agua que el perro). Pero bueno, da alegría. Por lo menos el puto payaso Ronald no te miente, y te vende algo parecido a lo de España.

En segundo lugar, ya por arriba... el Wendy's. La cadena de la dulce niña pelirroja con coletas. Que no sabes qué se vende ahí, si juguetes infantiles, es un local de alterne ilegal o comida barata. Las hamburguesas son cuadradas en un pan redondo, así que se le salen las esquinas. Pero por lo menos están buenas, se dejan comer. Y hasta podríamos decir que puedes disfrutar. Con un poco de hambre son bocato di cardinale.

Y en primerísimo lugar, y a gran distancia con respecto a la niña pelirroja, tenemos a los cinco chicos. ¿? Sí, el Five Guys. Una cadena desconocida en España. Igualmente que desconocida es su receta. Pero, demonios, qué más da, está bueno. Es la primera vez que sabes que comes mierda, pero quieres más y más. Es como el Tomacco de los Simpsons (sabe a la abuela, pero te da igual).

Hemos convertido en una costumbre (3ª semana consecutiva) ir a celebrar que es viernes al Five Guys. El último viernes descubrimos que las patatas las freían en aceite de cacahuete. Creemos que está prohibido en varios países, pero sabe rico. El resto debe cocinar las patatas en aceite de coche usado. Resumido en pocas palabras: una delicia para nuestro paladar, notamos cómo nuestras papilas rebosaban placer. Ha sido elegida mejor hamburguesa durante 10 años consecutivos en EEUU, así que por el momento es nuestra mejor elección.

De todas formas, visto lo que come esta gente, no nos extraña que cuando vayan a Europa les engañen con esa historia de la Nouvelle Cuisine. Comen poco, y malo. Y allí les dan poco, pero bueno. Como nuestro conocido Ferrán Adriá. Os dejamos con este vídeo de postre, no os lo perdáis. Está para chuparse los dedos.



P.D.: ¿Habrán descubierto este desayuno los americanos?

domingo, 25 de septiembre de 2011

Huracán de emociones

Querida muchachada,

Ayer vivimos un día intensamente americano. Habíamos decidido irnos a ver la costa de Florida, pero cambiamos de planes. Por la mañana nos fuimos a un Garage Sale, donde compramos una tele por $20. Y después nos fuimos a hacer nuestro bautismo de fuego. Nos fuimos al FÚTBOL AMERICANO: Universidad de Miami vs Gañanes de Kansas (fútbol universitario, que el profesional cuesta una pasta). Y aquello fue el disparate de los topicazos. No podíamos parar de gritar: "¡Ala, mira!". Íbamos como agilipollaos por todas partes y rememorando constantemente fragmentos de los Simpsons.

El primer oooh salió cuando vimos el megaparking que tenía. En España los estadios tienen parkings, pero de mierda. La gente llega andando, en bus, en metro. Aquí todo eso es de americanos tercermundistas. Los americanos DE VERDAD llegan en su megacoche, pagan 30 dolarazos por entrar, aparcan y... abren el maletero, y montan una "tailgate party". ¿Qué es eso? Es lo más bizarro que pudimos ver ayer. Por Dios. La gente abre el maletero, planta un toldo con patas de esos de jardín, sacan la barbacoa portátil, las neveras repletas de cervezas, la carnaza, el equipo de música y... la tele plana de 30". Y se ponen a comer, beber y bailar. Ahora entendemos por qué el aparcamiento abría 4 horas antes del partido. Pensábamos que era porque habría mucha gente, que también. Pero no, era porque la fiesta que se montan es brutal. Está tan extendida que hasta los aparcamientos están diseñados con una parcelita delante del coche. Ahí van dos fotos de las susodichas fiestas:





Entramos al estadio ataviados con nuestras camisetas de los Hurricanes. Y menos mal, porque ahí iban TODOS con las camisetas (suponemos que parecido a los partidos en España). Mientras dábamos una vuelta a ver cómo era todo aquello, nos topamos con la tienda. Y nuestro espíritu deportivo se disparó cuando encontramos, y compramos, ésto:



Preparados con nuestra manaza de goma y nuestro vaso de pataticas fritas nadando en grasiento ketchup, encontramos nuestras localidades y empezó el gran ESPECTÁCULO. Yo ya he estado en eventos deportivos en España. Esto no tiene nada que ver. Casi, casi, el partido era lo de menos. A esta gente le encanta todo lo grande, bonito y brillante. Y, sobre todo, que haya mucha gente y muchas cosas que ver al mismo tiempo. De entrada, ya tenían una megapantallaca, en la que ponían las imágenes polémicas, con circulitos sacados del "paint" indicando las decisiones arbitrales. Por no mencionar los cumpleaños, aniversarios, defunciones, y hasta cómo denunciar a tu vecino de butaca por brasas (verídico).



Aquello era un no parar de tópicos y chorrazos como pianos. Comenzando por el himno, con la guardia nacional y la gente de pie con la mano en el corazón (mientras hacíamos que lo cantábamos, que esta gente es muy sentida y como no te vean cantar...) El espectáculo siguió con la puesta en escena de la entrada del equipo. ¿Van a entrar y la gente les va a aplaudir? Bah, eso es de europeos aburridos. Aquí las cosas se hacen bien. Se monta todo el chiringuito y los jugadores salen vitoreados por la banda, cheerleaders, banderas, niebla, el público enfervorizado, una sirena antibombardeo (que no paraba de sonar, debe ser por eso de que les molan las guerras), la mascota marcándose unos bailecitos (un puto pato haciendo el canelo)... En fin, que la muchachada empieza el partido pensando que ya lo ha ganado.



Y, bueno, empezó el partido. La primera parte sólo nos levantábamos y aplaudíamos cuando lo hacía el resto de la gente porque no entendíamos nada. Hasta que me descargué las reglas del juego con el móvil y entendimos de qué iba aquello. Aun así, hasta la segunda parte la cosa no se empezó a animar un poco. Y eso que nuestro mayor entretenimiento era descifrar qué coño decían cuando el público gritaba sus vítores. Después ya lo entendimos: se dedican a deletrear sus nombres, C-A-N-E-S ¡CANES! Pero, claro, dicho a gritos, mientras uno come un perritón buceando en ketchup, pues... los pobres españolitos no entendíamos nada.

Durante el partido pudimos observar numerosas coincidencias simpsonianas y peliculeras. Lo primero, para qué hacer las cosas unos pocos si puede haber más gente que en la guerra. Esto era el banquillo. Calculamos unos 80 jugadores y 20 entrenadores, más unos cuantos aguadores, árbitros, tíos que no hacían nada, espontáneos... creo que Wally también estaba por ahí.



Evidentemente, lo que también había eran miles de cheerleaders ¡con pompones y minifalda! Las había de tres tipos. Las de 1º de carrera eran las monjiles. Bailes aburridos y carteles para que el público grite. Las de 2º iban con unos cheerleadors, que les servían para hacer acrobacias, matar bichos y gritar por un cono. (Creo que esto era lo que hacía Phil, el de Modern Family). Y luego, estaban las mayores. Que ya eran un poco guarrillas. Y hacían unos bailecitos sensuales. Claro, nada comparado con las del fútbol profesional, que tienen pasta para operarse.





Ah, ¡por cierto! Tiraron camisetas al público, ¡como en los Simpsons!



Tenían bebida y comida a raudales. No conseguimos encontrar al tío que llevaba el pato a la pequinesa. Por nuestro lado sólo vendían "Sora guore" (soda, water), vamos, el "cerveza, cocacola, agua, faaaaanta" playero de toda la vida. Y una cosa que parecía helado.



Nosotros decidimos aceptar el máximo reto. Y con cara de Clint Eastwood nos acercamos a uno de los puestos y dijimos: "Nachos wiz chís, plís", que luego acompañamos con unos grasitenders del infierno. TODO sabía a mierdaca bañada en aceite transgénico. No volvimos a probar bocado en todo el día, y eso que parecía jugoso y hasta olía bien.



Durante el descanso la banda amenizó la aburrida espera. Qué tíos, entrenan igual que los jugadores. Y saben tocar y andar a pasitos a la vez. Eso sí, al escuchar los compases del "Fiesta, fiesta, pluma, pluma gay" no pudimos evitar hacerle un vídeo.



En fin. Como habéis podido observar, todo esto es un mundo de luz y de color, donde lo que menos importa es el partido. Sólo faltó para cumplir con todos los mitos, ver a Homer y Marge aterrizando desnudos en un globo en medio del campo. Aunque si sale en los Simpsons, es que alguna vez habrá ocurrido.



Un día memorable. ¡Viva América!

P.D: Por cierto, perdimos, en el último minuto, a dos yardas de un touchdown, con jugada polémica en la pantallaca y con circulito del paint de rigor.

viernes, 23 de septiembre de 2011

El Festi

En esta entrada voy a llorar un poco el suelo patrio. Desde aquí, aunque parezca que no, también se echan de menos las cosas del terruño. Entre las que más hemos echado de menos estos días están... los pasapurés (sí, aquí no existen; son vagos hasta para eso; si alguien viene, que nos traiga uno), y el Festival de Cine de San Sebastián.



Aunque ya hace muchos años que no voy todo el festi, siempre hemos intentado subir uno de los dos fines de semana. Y ahora que el festi se acaba, no puedo evitar echar unas lagrimillas virtuales. Echo de menos ver pelis buenas antes que nadie; el periódico rancio del festi; pedirle a Dabito que nos saque entradas para cualquier peli y luego culparle de lo mala que era; ir a ver dos pelis seguidas; tomarnos unos pinchos después del cine; o salir de la peli con la sensación de... "Umm, qué bien he entendido el inglés". Claro, los subtítulos.

Y, sí, de eso va también esta entrada. De que aún no conseguimos entender las películas en inglés. De hecho, nos vamos defendiendo y vamos entendiendo cada vez mejor a la gente. Pero, entre que no tenemos tele porque nos estamos fundiendo el sueldo en reservas de avión, y que aquí como te escuchen hablar castellano ya no te hablan inglés... nuestro nivel sigue sin subir mucho.

El otro día, intentamos hacernos los valientes de ver algo directamente sin subtítulos. Pensamos que una peli para niños nos solucionaría el pastel. Nos fuimos al Blockbuster (¡aún existen en algún sitio del mundo!) y nos alquilamos "Cómo entrenar a tu dragón".



Podría tildarlo de grandísima película o grandísima patochada. Lo que me de la gana. Porque, total, no entendimos nada de nada... A Marga le gustaron los dibujitos, porque no entendía nada. Y yo lo intentaba, pero sólo entendía a los personajes que hablaban a cámara lenta. Nos sentimos niños de nuevo, niños que no entienden nada de lo que dicen en la tele, pero les gustan los dibujitos.

Menos mal que a Marga su profesora de inglés le explicó luego que habíamos escogido una peli difícil, porque los personajes eran adolescentes. No me quiero imaginar intentar ver una peli de púberes de color en un barrio marginal de Los Ángeles. El objetivo, entender pelis sin subtítulos, va a ser algo más difícil de lo que parece.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Los Simpsons, ese gran pozo de sabiduría

¿Recordáis aquel capítulo ("Aquellos patosos años", temporada 13) en el que la afable Marge compra por equivocación un papel de cocina llamado Burly y al final termina enamorándose del fornido leñador que aparece en el papel?



Pues bien, una vez más, de compras en el Winn Dixie, hemos encontrado algo que nos ha sorprendido y que ha hecho que sigamos creyendo que los Simpsons son el mayor pozo de sabiduría que existe sobre la cultura americana de clase media.

No, no hemos encontrado a Burly, pero hemos encontrado a... Brawny.



No es un fornido leñador pero es un apuesto caballero de fuertes brazos que lleva una sensual camisa de cuadros con las mangas remangadas. Digamos que es el amor platónico de toda americana, incluída Marge Simpsons: un hombre guapo y fuerte que sirve para algo más que para matar arañas y llevar las maletas, sirve por ejemplo para cortar leña, matar mapaches, conducir con habilidad su pick-up, arreglar las tuberías atascadas del fregadero, subirse al tejado para cambiar las tejas rotas e, incluso, jugar con sus hijos al baloncesto en la canasta que él mismo les ha instalado en el porche de su casa. Vamos, todas esas tareas que según las películas son típicas en la vida de un americano de provecho.

Y otro detalle más para los que vísteis o tenéis en mente el capítulo de la última entrada relacionada con los Simpsons que escribimos en la que Homer se deja a Maggie en la máquina de los periódicos. ¿Con qué escribía Homer la nota que le ponía al perro para que fuera a buscar ayuda? ¿Con "quesito fácil", verdad? Pues bien, ahí lo tenéis:

martes, 20 de septiembre de 2011

Muchachada around the world. Hoy... Miami Beach

Tras llenar el buche con una jugosa cena de fajitas de pollo, el mundo se ve de otra manera y hemos visto oportuno editar una nueva entrada para nuestra querida muchachada.

En esta sección recientemente inaugurada de "Muchachada around the world" hoy os mostraremos cómo es Miami Beach, y en particular, Ocean Drive, la calle principal donde se pueden encontrar los más famosos hoteles Art Decó, durante el atardecer de un domingo a punto de caer chuzos de punta.

El ambiente se podría resumir fácilmente como ambiente de turismo de sol y playa pero con lujo. Podría decirse que es como ir a Gandía, Cullera, Benidorm o equivalente pero cambiando los abuelos deambulando por el paseo marítimo en chanclas y fardahuevos, por jóvenes y jóvenas (guiño, guiño, al Ministerio de Igualdad) con mucha clase, vestidos aparentemente con camiseta y shorts, pero qué camiseta y qué shorts.

Llegamos a Ocean Drive y, mimetizándonos con el ciudadano americano (no por los shorts y la camiseta de lujo sino por la vaguería) decidimos no pasear, sino avanzar lentamente con el coche por toda la calle viendo los hoteles, terrazas, restaurantes y gente acompañados por diferentes tipos de música que salía de los locales. Por cierto, aquí creen que el flamenco es típico de Italia... en fin...

Llegados a la altura del Hotel Víctor, aparcamos el coche nosotros solitos porque resulta que existen unos tipos que por 7 dolarazos te lo aparcan y te lo traen cuando te quieres ir. El caso, aparcamos, pagamos la zona azul y nos fuimos a investigar un poco el terreno.



Nos metimos en la playa, y vaya pedazo de playa: kilómetros y kilómetros de costa con arena blanca, aguas cálidas y los famosos puestos de socorrita de colores. Lo malo, que justo atinamos a meternos en la parte de la playa de público gay donde la gente salía a mogollones debido a esta preciosa tormenta que se avecinaba (pensaréis que sólo era una nube pero aquí llueve como en El Show de Truman, encima de tí diluvia y a 10 metros está el sol):



Así que nada, remojar un poco los pies en el agua para poder decir aquello de que hemos tocado el Atlántico y vuelta para el paseo a dar vueltas (todas cercanas al coche por si se ponía a diluviar) para sacar alguna foto medio digna.

Y esto es lo que conseguimos hacer antes de que empezara a jarrear.







lunes, 19 de septiembre de 2011

Muchachada around the world. Hoy... Key Biscayne

O Cayo Vizcaíno para los amigos.

Volvemos de nuevo al ataque con una visita que los más antiguos en el blog recordaréis muy de lejos (Miami para todos los bolsillos). La visita en cuestión me llevaba a dos sitios: Key Biscayne y Miami Beach. Este fin de semana volvimos a estar en ambos Marga y yo, y por fin os hemos traído unas fotitos algo más originales de lo que os puse. Para empezar, una de la zona financiera de la ciudad (Brickell y el Downtown) desde el puente que lleva a Key Biscayne.



Bueno, a lo que íbamos, Key Biscayne. Esto es una islita muy maja enfrente del centro de Miami. Y en la isla en cuestión hay: un parque lleno de chonis, un pueblo donde viven los megapijos en sus mansiones con playa privada, y otro parque donde hay más chonis y un faro. Tras debatir si nos dedicábamos a buscar al Bisbal o nos íbamos a comer pescado al faro, nos decantamos por esto último. Aunque ayudó saber que Bisbal no vive aquí, sino en otro sitio que nadie nos ha dicho. En el mapa aéreo se ve clarito de norte a sur: chonis, ricos, chonis con faro.


Llegamos con mucha hambre y, como de costumbre, nos pusimos como ciegos a comer. En quince minutos habíamos devorado todo el pescado que nos pusieron y después, claro, tuvimos que irnos a descansar a una sombra porque no podíamos con nuestra alma. Qué buenos clientes somos para los restaurantes: llegamos, devoramos, pagamos y nos vamos. Tiempo total: 20 minutos. Para pagar: Mastercard. Lo que disfrutamos el pescado, no tiene precio.



Tras la mini-siesta entre domingueros nos fuimos a visitar el faro. No está nada mal. De hecho, estábamos casi solos. Un faro con historia no puede competir contra unas barbacoas y una estrecha franja de playa. Así que pudimos apreciarlo a solas en toda su blanca inmensidad, y hasta conseguí sacar alguna foto medio digna, como ésta.



Satisfecho por la hazaña, me retiré a meditar en mi momento más gañán del día. Encontramos una caseta de auténticos paletos donde vivía el farero. Y ahí conseguí esta foto 100% redneck. Yeehah!



Después, quisimos volver a mezclarnos con el populacho y ser parte de esa masa humana digna de playa ochentera: barbacoas humeantes, orondas señoras llamando a sus retoños y un agradable aroma a humanidad. Pero... el ambiente pudo con nosotros y decidimos buscar algo más "selecto". La selección consistió en irnos a una playa cutre con bastantes algas. Entonces entendimos a la masa. Son muchos, y algo básicos, pero saben buscar sitios majos los perracos.

Menos mal que el día se nos arregló con dos hallazgos. Los huevos de tortuga de los que hablaba en la otra entrada (Miami para todos los bolsillos), ya habían eclosionado. Y estaban por ahí los cascarones. ¡Y encontré un coco! Y ahora lo tengo tirado en una esquina esperando al momento propicio para abrirlo. Sólo espero no tener que entablar un combate a muerte con una araña que eligió el coco para vivir.

Volveremos pronto para contaros la otra visita del fin de semana: Miami Beach y Ocean Drive. Os dejamos con otro momento muy interesante del día. Un "racoon" (mapache en cristiano, que estos cubanos no tienen vocabulario) apareció de la selva para comer del cubo de basura. ¡Fascinante!

viernes, 16 de septiembre de 2011

Newspaper vending machine

Muchachada, el otro día vi esto y no pude evitar hacerle una foto y publicar una entrada.



Máquinas expendedoras de periódicos, sí, y a montones por doquier.

En esta bonita ciudad, los kioscos de toda la vida, el kiosco de barrio donde el simpático kiosquero te vuelve a pedir el fascículo de la estúpida colección que estás haciendo y que se te olvidó ir a comprar el último domingo, no existe. Sí, muchachada, aquí esos preciosos comercios no existen. ¿Dónde se van a comprar los niños los cromos de la última colección de Panini de moda en el cole? ¿Dónde las preocupadas madres por el bienestar de sus seres más queridos se van a comprar el Saber Vivir? ¿Dónde la vecina cotilla y las peluquerías de señoras se van a comprar el Hola y el Qué Me Dices? Y, sobre todo, ¿dónde va el hombre de la casa, el cabeza de familia que tras currar durante toda la semana quiere disfrutar del domingo con la prensa y el dominical?

Sólo tengo respuesta a la última pregunta, y todo se lo debo una vez más, a nuestros queridos Simpsons, ejemplares magníficos de la vida del americano medio. Creo que en cuanto veáis las imágenes, recordaréis la maravillosa escena.





[Siento no poder poner el vídeo en el blog por impedimentos técnicos, pero os pongo un enlace al vídeo www.dalealplay.com/informaciondecontenido.php?con=41016 en el que a partir del minuto 2:55 podréis disfrutar de la secuencia completa]

Y, como colofón, una última reflexión: ¿Qué hubiera sido de "Cuéntame cómo pasó" y de "Barrio Sésamo" sin nuestros queridos kiosqueros Cervan y Joaquín?



jueves, 15 de septiembre de 2011

Centro de formación de patriotas. Hoy... Un nuevo día

Hoy os vengo a hablar del colegio, nuevamente. Porque si lo que hay por la calle da para mucho, el colegio no se queda atrás para nada. En esta ocasión vamos a dejar claro cómo empieza un nuevo día en el colegio.

Esto es todos los días igual. Antes de las 8 llegamos los profes. Y a las 8 en punto ya estamos todos en nuestros puestos. Se abren las puertas y los niños empiezan a entrar. Lo bueno es que, como en las Operaciones Salida, llegan escalonadamente. Los padres traen a sus hijos y los sueltan en la puerta de entrada, no sin antes haber frito a preguntas a las secretarias.

Los niños suben. ¿A lo loco, sin maestros? No, no, no. Para eso está la (americanada al canto) "Safety Patrol". Cuando lo ví no me lo podía creer. Resulta que para hacer una entrada ordenada al centro, hay unos cuantos voluntarios de 6º, 7º y 8º, que vigilan que los niños no se retrasen, y que segun entren, vayan de cabeza a sus clases. Nada de remolonear, ni de hablar con los colegas. No, a clase. Y eso que hasta y media no empiezan... El caso es que... bueno, una imagen vale más que mil palabras. Ahí la tenéis. Ojo al dato a la bandita, es real. Y muy ridícula. El lema..., es que encima se lo creen.



8:05. Los niños van entrando. Y se ponen a trabajar. ¿Cómo? Pero si aún no han empezado las clases. Pues sí. Según entras, ya estás atrapado y empieza el trabajo en semiesclavitud durante 7 horas sin recreo.

8:30. Se acaba el tiempo para llegar al cole. Suenan los altavoces y todos los niños se callan. Habla la directora deseando los buenos días. Como el mensaje que daban en Marianistas, pero aún más yankee. Y el mensaje consiste en lo siguiente:


- Buenos días.
- Cómo me alegra ver que estáis aquí. (siempre están contentos estos americanos, todo lo hacen con una sonrisa, aunque te estén llamando imbécil).
- A ponerse de pie para el "Pledge of Allegiance", o juramento a la bandera. Y todos se ponen de pie, verídico. Y se llevan la mano al pecho. Genial. De hecho, en ese momento, los encargados de los pasillos paralizan el tráfico de niños y nadie se mueve. Nadie.
- Luego suena el himno, que se canta con la mano en el pecho también, faltaría más.
- Nuestro himno particular de buen comportamiento.
- Las noticias.
- El tiempo.
- Curiosidades (en un español con unas gambas tremendas. Digno de grabar, otro día hablaré del "español" que habla esta gente)
- Despedida con "que os vaya bien el día" y "somos los mejores".

Todo esto son casi 10 minutos de anuncios, y después ya empiezan las clases, sin descansos hasta las 15:00. ¡Las películas y series sobre el colegio no exageraban! Todos los días es igual, parece que estoy en El día de la marmota.

P.D: Día de la marmota, de la película "Atrapado en el tiempo". Frikada enorme.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

La tienda de pastillacas

El otro día, dando un bonito paseo por los alrededores de nuestra humilde morada, nos topamos con una tienda que única y exclusivamente se dedicaba a la venta de pastillacas para ponerse fuerte. Sí, de esas que se venden en los gimnasios para ponerse fuertote en unos botes de descomunal tamaño.



Si os fijáis bien, veréis que es una tienda de considerable tamaño en la que hay cientos y cientos de botes de comprimidos proteicos y reconstituyentes que transforman al oficinista aburrido, que decide hacer algo de deporte en el gym de al lado de su casa, en un hombre musculoso que cree atraer a las chavalas.

Pero fijáos, fijáos mejor. Guiñad un poco los ojos como cuando os da el sol en la jeta. Mirad lo que pone en los carteles: "Children's formulas" y "Mother & childre's health". Sí, sí, aquí parece que para que los niños y sus madres crezcan a buen ritmo y gocen de buena salud deben tomarse alguna pastillaca de este tipo.

Y diréis: "¡De esto ya hay en España! Menuda chorradaca de entrada". Pues no, porque tiendas de este tamaño no las hay en nuestro querido país. Sólo hicimos foto a una de las ventanas. Imagináos el tamaño si se necesita indicar con carteles lo que puede encontrar el cliente en cada uno de los pasillos... Están locos estos americanos.

PD: ¿Sabíais que estos descomunales botes de comprimidos súpermusculadores los patrocina Hulk Hogan (que además es de Florida, no te lo pierdas)? Mirad, mirad el vídeo...