martes, 31 de enero de 2012

Su seguridad es nuestra prioridad

Este es el lema de los muchachos de aduanas, los simpáticos que detectan a zafios y malhechores explota-aviones. Y ayer pude comprobar, de primera mano, otro de sus fabulosos procedimientos: el cacheo a fondo.

La última ocurrencia de los americanos es hacerte pasar por un escáner que te saca una foto en bolas. Ojo, que ellos no la ven, sólo la ve un tipo encerrado en un cuartucho. En teoría luego borran la foto. En teoría.



Como aquí tienes derecho a la libertad puedes hacer "opt out", elegir no pasar por el escáner especial. Pero, claro, sólo los pirados o los malosos no querrían colaborar. Y entonces te someten al cacheo a fondo.

Cuando dije las palabras mágicas, me retiraron con una sonrisa de "te vas a enterar". Y apareció un negraco que empezó a farfullarme cosas. Me puso mirando a la pared con los brazos extendidos y las palmas hacia arriba y empezó a cachearme, diciéndome despacito lo que iba a hacerme. Me recordó, no sé por qué a la escena del sótano de Pulp Fiction. Super sádico. A todo esto, delante de la peña que seguía pasando el escáner. Creo que me dijo que me podía llevar a una salita lejos de miradas indiscretas. Deja, deja, mejor así, con muchos testigos.

Me cacheó por detrás, por delante, el cuello, el culo, los dobladillos de toda la ropa. Sólo le faltó el examen rectal.



Lo mejor de todo llegó cuando, al terminar, saca un papelito y se lo unta en los guantes, lo pone en una máquina y leo: "Scanning Explosives...". Genial. ¿Y qué coño hago yo si la maquinita dice que sí?

Al terminar salí descojonandome. Se me quitó rápidamente la sonrisa cuando Marga se encargó de recordarme que dos horas antes habíamos estado en el museo de la II Guerra Mundial tocando antiguos explosivos. Tenía que haber dicho que sí la máquina, por imbécil. A ver cómo le explicaba yo al negraco que había estado jugando con granadas vacías. Aún estaba ahí, o de vuelta en Madrid.

Para que veáis qué buen servicio realizan, os dejo con un enlace a lo que consideran identificación apropiada. Atentos a las categorías no válidas.

viernes, 27 de enero de 2012

El sabgüei: guía para novatos

Hoy os vamos a hablar del Subway, el metro de Nueva York, mítico donde los haya. Todos hemos visto trillones de películas donde aparece el metro. Para el que no lo haya hecho, ahí va una foto:



Nos costó un poco entender cómo funcionaba. Nuevamente, parecíamos Paco Martínez Soria asombrados por tanta... ¿modernidad? No, por semejante caos mental. Tuve que sacar mi vena ingenieril para obtener un patrón lógico de funcionamiento. Hoy os queremos ahorrar, futuros viajeros, ese caos. Vamos por partes:

1) La boca de metro

Lo primero que te encuentras nada más ir al metro... es que no sabes por dónde tienes que entrar. Ves la boca del metro y dices: "Bien, ahí dice metro. Me meto por donde ponga mi línea". Consultas el mapa, sencillo donde los haya y decides subirte en la calle 34. Llegas y piensas: "Soy un hacha. ¡Al metro!"



Por supuesto listillo. ¿La boca es uptown o downtown? ¿Mande? Pues mire Ud. En función no sólo de la línea, sino también el sentido en el que vaya (downtown=a la puntica sur de Manhattan), tiene que meterse por una boca o por la acera de enfrente.

No, no están conectados los dos sentidos por dentro, salvo en estaciones tochísimas. Eso quiere decir que si te pasas un día de estación... el Subway vela por tu salud y te hace ir andando, porque si no te toca salir a la calle, cambiarte de acera y volver a pagar para ir hacia atrás.

2) El billete

Una vez que te has pegado el paseo te enfrentas a la máquina: La expendedora de billetes. Estas máquinas son como las collejas de las madres: duelen al cabo de un rato. Porque a la primera te quedas tan contento: "10 dólares me he gastado y me regalan 1,70, ¡bien!". Pero a la tercera vez que usas tu billete te das cuenta que algo no cuadra. Te quedan 2 viajes... sumo, me llevo 2, ... y resulta que te vas a quedar sin más viajes... y te sobran 70 céntimos.

¿Por qué? No lo sé, pero cuando visitamos la ciudad tuve que hacer mil peripecias para que al final no nos sobrara dinero.

3) Qué moderno todo...

Qué chula la peli ochentera de las bandas en el metro. Qué bonico el tren así gris, en plan patata ondulada... qué bonitos eran antes. Perdona, antes... y ahora. Porque por ser, es exactamente igual. No han gastado un duro en renovar la imagen de los trenes.

Por no hablar de la limpieza de las estaciones. Aquello parecía la osera del Oso Yogui. Las estaciones no habían sido renovadas en mucho tiempo, la iluminación era pobre, y esos tonos tan oscuros... de noche daban algo de respeto. Menos mal que según dicen, ya es todo muy seguro, que si no...

4) ¿Cuál es el mío?

En fin, que cuando ya te has conseguido sentar a lo vieja, con una bolsa de plástico debajo del culo, y te has hecho tu nido, te llega el tren. Vale, ¿cuál cojo? Y aquí empieza la ingeniería.

Resulta que por cada vía pasan trenes que cubren la misma línea. Pero no todos paran en todas las estaciones. Hay trenes exprés que paran sólo en las estaciones importantes (pueden saltarse hasta 8 estaciones sin parar) y otros locales que paran en todas las estaciones. Pero resulta que por la noche el que había sido local ahora es exprés y el exprés es local. O, dependiendo de la hora, circulan hasta un sitio u otro. El criterio creo que era: los que están en el interior de la estación son los exprés y en el exterior los locales. Pero no siempre es así.

5) La diversión

Pero no todo va a ser malo. El metro te ahorra distancias realmente enormes. Cuando el tren está en marcha por los túneles, otro tren se puede poner en paralelo al tuyo y ves al de enfrente hurgándose la nariz. También puedes admirar la cantidad de gente distinta que hay en la ciudad. Y no hay tantísimo turista como en la calle. Además, cualquier día te puede sorprender una chorradaca como ésta:



En definitiva, que el metro está bien para lo que está, que es llevarte, pero de cómodo tiene más bien poco. De todos los metros que hemos conocido, por sencillez, frecuencia, velocidad, limpieza y precio... sigue ganando por goleada el metro de Madrid.

La próxima entradaca la publicaremos el martes. Nos vamos de viaje a comparar otro metro. Bueno, más bien tranvía, un tranvía llamado Deseo. Nos vamos mañana a Nueva Orleans. Ya os contaremos.

jueves, 26 de enero de 2012

A Dios pongo por testigo

A los americanos les encantan los vídeos. En el cole, si tienes la clase patas arriba, les pones un vídeo y les ves sentarse tranquilamente, como activados por un resorte. Llega un mensaje que no pueden perderse.

Por eso, todo buen americano sabe que el mejor modo de que te escuchen es grabar lo que sea en vídeo: programas de tele, publicidad, teletienda, cine... pero si quieres que el americano termine de ver tu vídeo, no pase al siguiente y obedezca... tienes que llegarle a la patata.



Y por eso son expertos en crear escenas épicas, absolutamente lacrimógenas. Pones lo que quieres vender, le pones música, y lo pasas a cámara lenta. Un mensaje claro y leeeento. Y, oiga, éxito asegurado.

Desde que estamos aquí nos hemos encontrado varios ejemplos. Hoy nos hemos encontrado con este ejemplo de una iglesia (otro día os contamos el por qué), que, oye, cámara lenta y música épica, me han entrado ganas de volver a misa. Os dejamos el enlace, que el vídeo me da cosa ponerlo aquí, no sea que me excomulguen. Empieza el vídeo suave y terminas con unos pelos que ni después del paseo en avión de Memorias de África.

El mejor de todos fue el vídeo que nos pusieron cuando visitamos el Capitolio. El título: "Out of many, one". De muchos, uno (E pluribus unum, el lema del país, que mola más el latín). Básicamente te lavaba un poco el cerebro y te contaba cómo se legislaba. Pero, oye, con las escenas de las votaciones a cámara lenta, la música similar a Titanic, y la gente sonriente... cuando salías, no sabías por qué, pero te daban ganas de ser americano.

No tenemos el vídeo, pero sí este otro sustituto patriótico que hemos encontrado en Youtube. No es lo mismo, porque el otro montaje parecía que estabas viendo una batalla del Señor de los Anillos, pero bueno, os hacéis una idea.



Y hablando de sustitutos, los americanos también tienen el hermano pobre de los vídeos épicos: el musical. Os dejamos con Los Simpsons, que nos enseñan los elementos de un buen musical: acción y un final con muchos fuegos artificiales.

miércoles, 25 de enero de 2012

Centro de formación de patriotas: La burocracia

La gente de los scouts recordará seguramente el juego común de Jaén, en el que, en una de las pruebas, había que pasar por mil peripecias para conseguir que te sellaran un papelote.



En el colegio no tenemos que conseguir ningún sello, pero los papelotes no te los quita nadie. En este país los menores son material muy delicado, y hay que justificar absolutamente todo lo que haces con ellos "por tu seguridad". Seguridad por si te viene un padre y te pega una denuncia porque su hijo ya no va a ser Einstein por tu culpa. Ahí es donde entra la bendita documentación. En mi caso, tengo que llevar parte de esta documentación siempre encima.

Documentación que tenemos que tener preparada los maestros:
- Horarios.
- Lista de alumnos.
- Grados que les has ido dando hasta la fecha a tus alumnos. Uno por semana. El otro día echamos cuentas y el de música, que da a todo el cole, tiene que poner 9 notas x 25 alumnos x 26 grupos x 4 evaluaciones= 23400 notas por curso.
- Explicación de los códigos que asignas a los grados.
- Plan de emergencia del colegio.
- Información de contacto de los padres: números y correos, cuándo has hablado con ellos, por qué medio, conclusiones a las que habéis llegado.
- Medidas de adaptación curricular de los alumnos.
- Códigos para las medidas de adaptación curricular (hay como 100 códigos distintos).
- Lista con los objetivos del Estado. Nos quejamos en España con lo de las 8 competencias. Aquí hay unos 20 objetivos anuales, cada uno con código. Ejemplo: FL.III.1.2.B
- Registro de los cursos de desarrollo profesional que has llevado a cabo.



Ahora es cuando entra la tralla:
- El "Lesson Plan" (lo que estás dando) semanal, con especificación de lo que haces cada día. En algunos centros te piden que indiques lo que haces cada 10 minutos aproximadamente. Hay que indicar la actividad, el agrupamiento, qué objetivo persigues y qué objetivos del Estado estás cumpliendo con esa actividad.
- Lesson Plans antiguos: todos desde principio de curso.
- Códigos para leer los Lesson Plan.
- Indicación de qué día has evaluado a tus alumnos. Debe coincidir esta fecha con la fecha que has puesto en el libro de notas. Esto con cada uno de los 9 grados obligatorios por evaluación para cada grupo.
- En algunas asignaturas, debes recoger muestras relevantes del trabajo de los alumnos.


A esto se le suman temas menos burocráticos, pero algo tediosos:
- Corregir deberes.
- Corregir exámenes, que muchas veces tienes 1/semana por cada asignatura.
- Notificar a los padres, especialmente de los pequeños, los deberes que los niños van a tener y cuándo les vas a evaluar. Por escrito.
- Hacer fotocopias.
- Buscar materiales.
- Programar las clases.
- Reunirte de cuando en cuando.
- Preparar a los alumnos para los exámenes del Estado, que determinan si pasan o no de curso, así como el dinero que recibes tanto tú como el colegio el año siguiente.
- Otras tareas de las que ni me acuerdo, pero que algún día me exigirán.


Y, por último,... dar clase.

Hoy nos han notificado en el colegio que no podemos estar más allá de nuestro horario en el centro. Pues me dirán de dónde saco tiempo. Con lo sencillo que sería hacer esto...

martes, 24 de enero de 2012

Alianza de civilizaciones

Estos americanos son la bomba. Mucho antes de que ZP propusiera su Alianza de civilizaciones ellos ya estaban en el tema. ¿Cómo? Muy fácil: trayendo gente de todas partes del mundo.

EEUU es país de inmigrantes. Y a principios del s. XX fue cuando tuvieron las mayores oleadas. Para gestionar todo el mogollón y no estar todo el día empantanaos, los americanos construyeron varios centros de recepción de inmigrantes. El más famoso de todos, Ellis Island, está en New York. Hoy os hablaremos del montaje que tenían en la islita y lo que se puede ver en el museo.

Escena típica de película: inmigrantes a bordo de un barco y, entre la niebla, la Estatua de la Libertad. Y luego la vida en Little Italy. Lo que no nos dicen las películas es que la Estatua está en una isla bastante pequeña, que los inmigrantes ni pisaban, porque ahí no era.



Como apunte turístico, la Estatua está bastante chula. Hay un ferry que te lleva hasta ahí. Más que recomendable es comprar el billete con antelación en Internet, con fecha y hora cerradas. Pero OJO, porque en Internet hay mucho arribista que te clava 20 dolarazos por algo que vale 13 (a fecha Dic.2011). Hay que buscar la página del servicio de Parques Nacionales, y desde ahí se compra.

De hecho, comprar la entrada con una hora cerrada te va a garantizar ahorrarte bastante la cola que hay. Nosotros llegamos y en 30 minutos estábamos en el barco. Nos sentamos arriba tan contentos al lado de la borda para tener buenas vistas pero dio igual. El barco iba tan petado que al final la peña se puso de pie al lado de la barandilla. En fin, la parte de la Estatua bien.

Volvamos con nuestros inmigrantes, que no iban a tierra firme directamente. De hecho, a donde iban era a Ellis Island, donde se les "recibía" amablemente. Esta isla está al lado de la de la Estatua, pero podían pasar varias horas o días hasta que los barcos tuvieran permiso para desembarcar su "mercancía".

En los años con más entrada tenían un cupo mensual, y si te desembarcaban y ya habían entrado x personas de tu país ese mes... tenías que volverte. Para evitar devolver a los pasajeros, muchos barcos llegaban los últimos días del mes, fondeaban, y el día 1 se ponían a la cola.

El recibimiento dependía de la cantidad de pasta que uno tuviera. Los pasajeros de 1ª y 2ª ni siquiera bajaban a Ellis Island. Directamente les despachaban desde el barco, les montaban en otra barca y ala majo, a vivir tu vida en el país. Pero la gran mayoría tenía que esperar inmensas colas para entrar a la sala enorme donde empezaba el gran juego.



Primera prueba: "El trivial". 29 preguntas con tus datos (nombre, edad,...) que anotaban en un libraco. Como ahí había gente de todas partes que no hablaban inglés, tenían unos intérpretes que empezaban a decir la palabra "nombre" en porrocientos idiomas y miraban la carusa del pobre diablo ahí mohíno, hasta que se le iluminaba porque había entendido una palabra. Y a partir de ahí, lo demás. Qué ideaca.

Segunda prueba: "Doctor, doctor". Tenían 30 segundos para efectuar 15 pruebas a cada paciente y ver si estaba sano. Vamos a tener que importar esa eficiencia a la Seguridad Social. Si no estaba bueno, a observación.

Tercera prueba: "¿y tú tienes estudios, piltrafilla?". A partir de cierto momento prohibieron la entrada a los analfabetos. Era curioso ver cómo algunos inmigrantes pretendían saber escribir su nombre. Evidentemente los churros que te enseñaban en el museo eran de los suspendidos.

Cuarta y última prueba: "Money, money". Saca la pasta y dinos a dónde vas, que ya te diremos si puedes o no. Los que ya habían pasado tenían que comprar un billete de tren para algún sitio, o bien indicar dónde se iban a quedar. Algunos que no tenían un chavo tenían que esperar días hasta que un familiar venía a buscarles.

En fin, que era toda una experiencia para muchos. Aunque sólo rechazaron al 2%, el resto no tuvo que pasarlo bien precisamente. A partir de 1920 empiezan a efectuar todos estos controles en los países de origen y en los 50 se cierra la isla. El récord, en 1907 con más de 11.000 personas registradas en un solo día.



De toda aquella marabunta algo ha quedado, porque New York sigue siendo mezcla de gentes de todos los sitios del mundo. Dicen que se hablan 130 idiomas en la ciudad. Por eso la ONU tiene aquí su cuartel general. Y, por eso, siguiendo a nuestro amigo Kofi de Muchachada, una noche dejamos de lado nuestra vida del gorrino pachón y nos marcamos un baile enfrente de la ONU. Pena que no lo grabáramos en condiciones...

lunes, 23 de enero de 2012

Museacos

¡Bienvenidos a Museo Coconu... esto... ¡a los museos de Nueva York! Estas Navidades estuvimos seis días en la gran manzana, que nos sorprendió gratamente. Y hoy os vamos a contar lo que nos parecieron sus museos. No vimos muchos, pero sí los más importantes.

Lo primero que se puede decir sobre los museos es que hay de todo: museacos brutales y otros museos de los que te vas más cabreado que una mona. Los hay de arte, de ciencia... pero si queremos una clasificación realmente efectiva, sólo cabe una: museos para gañanes y museos para gafapastas.

Museos para gañanes

Tienen unas características por los que son fácilmente reconocibles. La primera: están llenos... ¡de gañanes hasta la cencerreta! Pues sí, tú llegas al museo tan contento y hay una cola de aquí a Lima para entrar. La segunda gran característica de estos museos: una vez dentro es curioso ver cómo hay salas donde no hay NADIE, para de repente entrar en una sala donde todo el mundo está apiñado en torno a un cuadro. Joder, ¿qué hay ahí? Media hora después te das cuenta de que es La Noche Estrellada. Ah, qué buena... pero resulta que al lado hay otros cuadracos también buenísimos, y nadie les hace caso porque no aparecen en la guía.

Vamos, que el proceso gañanil es: hago colaca, subo a la segunda planta, toco por mí y por todos mis compañeros, me hago la foto para subir a Facebook, me papeo un "menú Rembrandt" en la cafetería por una millonada y termino la visita en la tiendaca.

Esa es la última característica de los museacos gañaniles. Se distinguen por su tienda: está repleta de los más absurdos objetos habidos y por haber. No pueden faltar las gomas de borrar, llaveros, pines, marcapáginas, bolis, lápices blandos, postales de cuadros 2D en 3D (reinterpretación libre de los autores de la postal), cartas del póker con cuadros de la exposición, imanes. Y en una esquinita, escondidos, dos o tres libros en muchos idiomas a precio de oro.

Museos para gafapastas

Estos museos también tienen sus cosicas. Lo primero, para llegar tienes que jugar a la búsqueda del tesoro, porque son bastante complicados de encontrar. Llegas ahí y tienes a poca gente o ninguna. Eso sí, los pocos visitantes que hay miran cada cuadro con deleite, como si fuera lo último que fueran a hacer en su vida. No suelen tener prisa. Se puede disfrutar mucho de estos museos, pero te tiene que interesar algo el arte, porque aunque tienen algunos cuadros muy buenos, la mayor parte son reguleras.

Las tiendas de estos museos están llenas de objetos llamados a incrementar tu cultura y sacarte del mundo de la gañanería.

En fin, a lo que íbamos. ¿Y cuál es cuál? Venga, va.

Museos gañanes:

- Museo de Historia Natural. Ni lo vimos, del miedo que nos dio la cantidad de gente que había ahí. Debía estar muy interesante, pero en tres meses llevamos ya 2 museos del estilo. Si queréis verlo, hay que madrugar. Mucho.

- Guggenheim. Está interesante el museo... tiene algunas obras buenas, aunque la mejor obra es el museo en sí. Muy caro. Había una opción para entrar gratis a partir de nosequé hora... pero había que hacer una cola infernal.



- Metropolitan. ¿Cómo? ¿El Metropolitan? Bueno, sí y no. Este museo es la leche. Imprescindible. Absolutamente. Recomendamos subir directamente a la segunda planta (Europa - s. XIX/XX) porque tienen DE TODO, y buenísimo. Una barbaridad. El único problema: si quieres verlo bien hay que madrugar porque a partir de las 12 el museo se pone imposible de gente. Después ya hay tiempo para ver el resto: pinturas y objetos de todos los lugares y épocas, desde Egipto hasta hace dos días. El mejor museo que hemos visto hasta ahora. Venir a NYC y no verlo es un crimen.

Lo único que me decepcionó: que no hubiera una sola tienda digna en todo el museo. Todo estaba hecho para gañanes compra-recuerdos.

- MoMa. Esto sí que era el disparate de la gañanada, riadas de gente. Para mí, un museo absolutamente sobrevalorado, aunque también es cierto que no me va mucho el arte moderno. Sí, vale, tiene algunos cuadros buenos, pero ¿cuántos? Una planta (la 5ª) que merecía la pena con algunas grandes obras maestras, y el resto, morralla. Aunque sé que no son comparables me pareció mucho mejor el Metropolitan.

Museos gafapásticos:

- Fritz Collection. Una colección pequeñita en un palacete majísimo. Pocas obras, pero muy bien elegidas y de buenos autores. La tienda un gustazo.

- Hispanic Society. Muy escondida, muy pequeña, pero muy buena. Tienen una colección de Sorollas buena, pero el mejor cuadro de todos es La Duquesa de Alba, de Goya. Impresionante.



- Los Cloisters. Un arrevolvío de objetos medievales, especialmente claustros. Está en el culo de la ciudad, lejísimos del centro. Evidentemente, pocos turistas había por aquí, pero el museo merecía. Depende del Metropolitan. Y, curiosamente, la tienda de este museo es mejor que las que tiene el Metropolitan en la central. Hay que jod...



En fin, esto es lo que vimos. A pesar de los pesares, de la cantidad de gente y del precio (no es obligatorio en muchos sitios pagar), disfrutamos como enanos los museos. Un motivo más para venir a New York.

viernes, 20 de enero de 2012

El gañán y la tierra: Mammoth Cave

Querida muchachada: hoy; inauguramos; una nueva; sección; trepidante; al más puro; estilo; Félix Rodríguez de la Fuente. Os iremos contando nuestras aventuras por los espacios naturales de este gran país. Aquí sí que tienen mucha naturaleza, grande y bien conservada. Comencemos.

Nuestra primera parada es Mammoth Cave, la cueva del mamut, en el Estado de Kentucky, a hora y media en coche de Nashville. Es la cueva más larga del mundo, tienen explorados más de 587 km (sí, kilómetros) y aún no han encontrado el fondo.

Hace millones de años Kentucky estaba cubierto por un océano que terminó por crear una capa de roca, mezcla caliza y arenisca. Al secarse el océano, las lluvias y los ríos fueron atacando la roca, deshaciendo la arenisca y dejando la caliza. Y como estaban mezcladas, se fueron creando galerías. Hoy debe estar la mitad del Estado horadado, porque estas cuevas no eran las únicas que había por la zona.

La zona abierta al público no está mal, tienen hechos varios recorriditos con diferentes dificultades. Los chungos son unas 6 horas bajo tierra, con linternas, pasas por el río subterráneo, exigen botas y reptar por agujeros. Tienen hasta una roca de prueba para no tener que decir: "Eh, tú, gordo, te vas a atascar y no queremos rescatarte". Si pasas la roca, puedes hacer el recorrido. Si no cabes... te sonríen, te han llamado gordo pero ni te has enterado. Todo muy "nice".

Como los chungos no estaban disponibles hicimos los de "Dificultad moderada". Días antes nos habíamos preparado con ropa y calzado de montaña, pensando que las cuevas serían dificilísimas. Y nos encontramos con unas cuevas en las que había escaleras y zonas de suelo antideslizante. Comprendimos que el aviso "no recomendado si tienen problemas respiratorios al caminar o subir y bajar escaleras" querían decir exactamente: "Señores gordos: estaremos encantados de atenderles en el circuito fácil". Claro, el circuito fácil era "family-friendly" y se podía ir con carritos de bebé.



Uno de los circuitos que nos hicimos, "La nueva entrada", nos recordó a las cuevas en España, con algunos pasillos tortuosos, estalactitas y grandes desniveles.



El otro circuito, el "Histórico", era... pues histórico. Te llevaban por la zona que empezaron a explotar en el s.XX como visita turística. Se le llamó cueva del mamut porque era una cueva enorme, no porque hubiera mamuts. Así que esta parte era, como cueva, un poco aburrida.



Pero la historia que te contaban molaba. Cobraban a los ricachones un pastizal, y cada cosita era un extra. Podían hasta, por un pequeño plus, hacer pintadas en las paredes al estilo "Pepito estuvo aquí, 1915". En eso no han cambiado los americanos, te sacan pasta por todo. Al menos ahora ya no te dejan hacer pintadas. Lo más espectacular, la chimenea vertical de 60 metros por la que bajamos... por las escaleras. Chula.

Las cuevas se completaban con un montón de moñeces que se podían hacer en la superficie, que no hicimos porque sólo estuvimos unas horas. Eso sí, como lo tenían muy cuidado pudimos ver unos cuantos animalitos y hacer nuestros pinitos de amigo Félix.



A ver si acabo en plan documental... la naturaleza, caprichosa, tejió durante millones de años esta maravilla de dimensiones inciertas y poblada por extrañas criaturas. Es nuestra misión conservar este legado para que perdure hasta que la propia madre naturaleza decida transformarlo en el mayor cañón del mundo.

jueves, 19 de enero de 2012

Examen sorpresa

A ver, lápiz preparado todo el mundo: examen de Lengua. Sacad un diccionario, y si no en rae.es tenéis uno.

Ejercicio nº 1 - Corrija los acentos que encuentre (minipunto para el que averigüe qué es eso de Comicionada):



Ejercicio nº 2 - Estudie la coherencia en el uso de la persona Tú-Usted (no se deje despistar por las faltas de ortografía):



Ejercicio nº 3 - Determine el tema principal del siguiente texto:



Ejercicio nº 4 - Vuelva a redactar el siguiente texto para que tenga algo de sentido en el conjunto texto-foto. Respuesta libre.




Ejercicio nº 5 - Un malévolo empleado del Estado de la Florida (observe el código oficial y el "Revisado Noviembre de 2004") ha introducido algunos gazapos. El Estado necesita de su patriotismo. Haga el favor de solucionar este lío:



Ejercicio nº 6 - ADAPTACIÓN CURRICULAR: Corrige las faltas de ortografía.



Pase la página cuando termine.

Estos son sólo algunos de los ejemplos que nos hemos encontrado del perfecto castellano que se habla y escribe por estos lugares. Los documentos son: propaganda electoral para las elecciones a la alcaldía de nuestro barrio, y las instrucciones para el examen práctico del carné de conducir del Estado de la Florida. Ahí queda eso.

miércoles, 18 de enero de 2012

Muchachada around the world. Hoy... Memphis

En Memphis nos encontramos una ciudad muy parecida a Nashville: les gusta la música, tienen algunos sitios muy majetes para ver, está preparada para el turismo y... ¡está Graceland!

No podíamos empezar por otro sitio que no fuera Graceland. Y después, a la Sun Records. Es un estudio de grabación mítico que tienen abierto por el día para los turistas y por la noche siguen grabando a grupos raros. Nos tocó como guía una tipa loquísima. A ésta sí la entendíamos, pero nos seguía dando vergüenza que nos dijera algo, porque todo el rato estaba haciendo coñas con la gente. Por aquí para que un guía se gane sus propinas tiene que contarte su vida, hacerte chistes malos y reírse él solito. Así que nada, calladitos en un rincón para que no nos preguntara nada.



La siguiente parada: el centro, y Beale Street, una calle mítica con otro buen montón de garitos. La historia de Memphis es la leche: en la ciudad a principios del s.XX se empiezan a reunir por un lado los negros pobres de los alrededores, que se quedan sin tierras. Y se traen su música. Por otra parte, hay un montón de gañanes blancos de las montañas que llegan a la ciudad. Y traen su música. Y se juntan con los judíos, que son los únicos dispuestos a venderles cosas a estos grupos. No traen su música, pero influyen. Y luego está todo el tráfico del río, que trae a gente de todo el país.

Y todos juntos montan una calle que los blancos primero no quieren pisar, y que ahora es el orgullo de la ciudad. Y en ese caldo de cultivo que montan empiezan a surgir el blues y luego el rock.



Al final LA calle (fuera de esta calle había poca chicha) la visitamos bastante, pero el agotamiento no nos dejó entrar en ningún sitio. De nuevo, había partido, esa vez de baloncesto. Pero tampoco entramos, aunque la opción de ver a los Grizzlies no era mala.

Lo que nos sorprendió muchísimo fue ver el río. Menuda enormidad. Y eso que Memphis está como a mitad de camino. Ya tenemos un gallifante en visitas a ríos de colegio, sólo nos falta el Amazonas. Y nada más por hoy. ¡Oh, Dios mío, una entrada corta! Sí, cortica, como nuestra visita a Memphis. Hoy teníamos otros compromisos y no ha podido ser. Mañana más.

martes, 17 de enero de 2012

Muchachada around the world. Hoy... Nashville

Nashville comparte grandes rasgos con otra ciudad de la que os hablaremos, Memphis. Las dos están en Tennessee, están genial para grandes fans de la música, tienen una calle llena hasta los topes mientras en la calle de al lado hay una bolsa de plástico rodando, y... son una trampa mortal para el bolsillo de los turistas.

Al tema. Nashville está cerca de los Apalaches, montañas pobladas por gañanes desdentados hasta hace nada. Por tanto, es la tierra de las oportunidades para toda la muchachada "hillbilly" que quería algo mejor que vivir en una cabaña de madera y matar osos a puñetazos.

Aparte del museo del country del que ya os hablamos, tienen por toda la ciudad un montón de garitos donde ponen música en directo. Bueno, vamos a ser sinceros: quien dice toda la ciudad dice la calle principal, que te recorres arriba y abajo y tan contento.

De hecho, nosotros llegamos a Nashville agotados y, después de visitarnos el susodicho Museo, nos dimos una vuelta por la calle principal. Nuestras opciones fueron evolucionando a la par que nuestro cansancio.



La primera opción era acudir al Grand Ole Opry, teatro mítico donde tocan todos los que algún día quieren ser estrellas del country. Llegamos:

- Estoo, hola señorita, ¿le quedan entradas? (observe nuestra cara de turista pardillo y proceda a la clavada por favor)
- Sí, son 100 dólares por cabeza.
- Mmmm, yaaa. ¿Y no tienen algo más económico?
- Sí, 55 dólares por cabeza.
- Claro, baratísimo. ¿Y lo más barato?
- 35 dólares, pero sepan que estarán separados y los dos detrás de una columna.
- Ah, bueno, pues para ver a los "chicos del fango" o "super country man" pagamos eso y mucho más.

Pasamos a la segunda opción: pasear y saborear el genuino ambiente sureño. Paseando nos encontramos con una auténtica marea humana. ¿Y toda esta gente, a dónde va? Acudían a degustar su ración de americanismo más puro: iban al Hockey sobre hielo. Jugaban los Predators contra los Blues.

Y descubrimos otra de las delicias de América: aquí la reventa es legal. Es muy fácil. Te acercas en día de partido, y tienes a un montón de muchachos, principalmente morenos, que parecen sacados de una secta budista, porque sólo repiten el mismo mantra a toda velocidad: "Tickets, tickets, tickets, hey guys, tickets, tickets". Te acercas a uno de ellos. Busca al que tiene los piños de oro, es el que mejor precio te va a hacer. Y toca regatear. En función del acento que tengas, de si lleves gorra o no, de la cara de pardillo que te vea y de cuánto quede para empezar el partido, la clavada va a variar.

Preguntando en las taquillas nos dijeron que lo más barato que existía, y ya no tenían, era 20 dólares por cabeza en el culo del estadio. Así que intentamos sacarle ese precio a los reventas quienes, muy amablemente, nos mandaron a paseo. Y eso fue lo que hicimos, seguir con nuestro paseo e incluir una tercera opción: irnos de tiendas.



Después de probarnos varios sombreros de cowboy y comprar la mejor selección de música paleta, llegamos a nuestra cuarta opción: cenar y tomarnos una birra en un garito. Mmmm, ¿en cuál entramos? Vaya, la carta parece un poco cara, no séee... ¿ese que toca seguro que es bueno?... a lo mejor es mucha pasta...

Finalmente triunfó la quinta opción: volvernos a nuestro motel de carretera, llamar a una pizzería a la que no pudimos entender lo que nos decían, para terminar cabreados comiendo una mierda de hamburguesa "al estilo sureño" en el McDonalds de enfrente. Lo del estilo sureño debe ser por lo pobre de la zona porque la mía era una triste hamburguesa con dos panes enanos, una caca con forma de carne y dos (2, los conté) pepinillos.



Sacamos dos conclusiones: la ciudad mola, es recomendable; y, vale, somos unos rancios, pero no podíamos competir con los cowboys que iban de punta en blanco, se compraban un sombrero, cenaban en un megarestaurante, iban al hockey y terminaban la velada disfrutando música en directo. A costras no nos gana nadie.

lunes, 16 de enero de 2012

Marinero de luces

...con alma de fuego y espalda morena, se quedó tu velero perdido en los mares, varado en la arena. Este sábado pudimos hacer homenaje a La Pantoja siguiendo casi al pie de la letra su canción. ¿Qué? Comencemos por el principio.

Nuestro amigo Oscar, valenciano de pro y residente en Miami, se echó hace unos meses la manta a la cabeza y se compró un velero. Y, claro, había que estrenarlo dignamente. Tras varias travesías de prueba nos invitó a ir en el barco a explorar los Mares del Sur. Y allá que nos fuimos el sábado el capitán (Oscar), la fotógrafa (Marga) y el grumete (servidor).



La idea era sencilla: cruzar la Bahía (zona poco profunda), llegar hasta el Cayo Boca Chita, amarrar en puerto, hacer noche (barbacoa incluida) y pasar el fin de semana en una isla paradisíaca. Planazo.

Salimos a navegar y enseguida me pasó los mandos del barco mientras él extendía las velas. Ya lié una de las mías: intentando hacerme el guay conduciendo, aquello era de un sensible que ni el Mario Kart, y casi tiro al capitán por la borda.

En fin, transcurrió la cosa sin más incidentes. Avanzábamos tranquilitos disfrutando de un buen día para navegar a vela. Había otros muchos barcos pero, curiosamente, pocos veleros. Casi todo eran yates de recreo.

Después de 4 horas navegando ya llegamos a la isla. Entramos al puerto y... a ver si lo adivináis. ¿Cómo estaba el puerto? Lleno de... ¡gañanes hasta la cencerreta! Para variar, la cosa estaba petadísima de peña que, casualmente, habían llegado mucho antes en sus motoras y ya estaban papeando. No había ni un sitio. Preguntamos a un viejales de un catamarán a ver si podíamos amarrar a su lado y su respuesta, digna de entrar en el libro de las excusas de los scouts, fue: "tengo a 2 niños pequeños durmiendo." ¿? Cachondo el tío...



En fin, que Oscar decidió que lo mejor era intentar volver, y allá que nos fuimos. Y ahí comenzó la verdadera aventura. Sin pisar tierra firme nos dimos la vuelta y, claro, el viento de popa que tan a gustito nos había llevado, ahora lo teníamos en contra. Para los que no sepan de vela (yo no sabía nada hasta hace dos días), cuando vas con el viento en contra no puedes navegar en línea recta, tienes que ir haciendo zigzag. Y eso supone mucho más tiempo.

Empezamos a notar el viento en la cara, y qué frío. Encima de volver haciendo eses teníamos que volver más despacio. El barco parecía que no se movía y el paisaje tampoco.

La mejor escena tuvo lugar cuando, intentando acercarnos al faro de Key Biscayne, ya atardeciendo, vemos que hay zonas donde el agua tiene otro color. Qué curioso... Y comentándolo, Oscar se fija en el sónar y de los 8 pies (1 pie=30 cm), 8 8 8 de profundidad pasa a dar 8 5 3 1 4 1 2. ¡¡¡CORALES!!! ¡MEDIA VUELTA YA! A toda leche dimos la vuelta al barco, aquello parecía la acción evasiva de Star Wars.



En el GPS ajustamos el zoom para ver las profundidades: hemos entrado por un canal (pura chiripa) a una zona plagada de corales (preciosos en los documentales, pero te pueden hundir el barco como te choques con ellos). Bien, genial, hay que volver atrás y rezar para no salirnos del caminito. Oscar me mandó a proa a ver si había algún coral mientras él conducía con precisión de cirujano. Menudo acojone. En ese momento estaba agarrado como un koala a la proa, pensando que si chocábamos, por la inercia, caería al agua. La idea de morir aplastado por el barco y desgarrado por los corales entre grandes alaridos de dolor no me hacía mucha gracia. Realmente no era para tanto, vale, pero en ese momento sí que acojona el tema.

En fin, que ya salimos del peligro y pudimos seguir. El atardecer y anochecer preciosos, Miami desde el mar una pasada... pero el frío lo tuvimos metido en el cuerpo hasta el día siguiente. La ida, 4 horitas de buen tiempo y risas. La vuelta, casi 8 horas en las que pasamos del cabreo al frío, luego al acojone, después a la admiración por los paisajes y por último, al agotamiento físico y mental.



Así que, volviendo al comienzo de la entrada, fuimos unos marineros de luces (menudas luces no contar con plan B), con alma de fuego y espalda morena (algo nos quemamos), se quedó tu velero perdido en los mares (perdido perdido no, pero largo se hizo un rato), varado en la arena (casi en los corales).

La próxima volveremos mejor preparados y podremos completar la aventura de dormir en el velero en una playa paradisíaca.

P.D: Si alguno se pregunta por qué conozco yo las canciones de La Pantoja,... los largos viajes a la playa de mi infancia estuvieron amenizados por casettes de La Pantoja, María del Monte, María Dolores Pradera y Julio Iglesias. Viva la canción española.

jueves, 12 de enero de 2012

Easy Rider

Bueno, comenzamos por el principio de las vacatas que nos hemos pegado. El viernes 16 salimos zumbando a hacer nuestro primer Road Trip. Menudo viaje, genial. Pudimos conocer en directo todos los topicazos de las pelis.

1) Áreas de servicio

Este país es el país de los viajes por carretera. Muchísimos americanos se pegan unas palizas del carajo para ir de una punta a otra, porque quieren y pueden. Así, es normal escuchar a gente decir: "No Johnny, tengo que ir a dormir. Mañana tengo un viaje de 18 horas" ¿Perdón? ¿18 horas al volante? Pues sí. Es sencillo. Arrancas y conduces. ¿Tienes hambre? Paras y comes. ¿Sueño? Paras y duermes. ¿Otras necesidades? Pues lo mismo.

Cada 15-20 km. en las carreteras concurridas hay áreas de servicio, que reúnen todito. En la carretera ya te ponen señales de comida, gasolineras y alojamiento. Y además te especifican qué te vas a encontrar: McDonalds, Wendy's, KFC, Holiday Inn, y un largo etcétera.

De hecho, en nuestra absoluta pardillez nos encontramos reservando las habitaciones por Internet, para llegar y descubrir que aquí no te quedas sin plazas, que hay de sobra. Que lo mejor (salvo que estés en grandes ciudades) es llegar y pillar una habitación directamente. Sale más barato.

Eso sí, de los "desayunos" es mejor no esperarse gran cosa. Ahí va un ejemplo del "desayuno continental" que te ofrecen.



2) Cafeterías

Había muchas, pero todas de cadenas comerciales. Tuvimos ocasión de parar a cenar en una de Alabama. Rodeados de nuestros amigos las bolas humanas (niños bola incluídos) pudimos degustar una de las cenas más grasientas a la par que suculentas de nuestra vida. Como ejemplo: te daban cacahuetes gratis que podías tirar al suelo y barra libre de pan con mantequilla (pulverizado con mantequilla por encima Y mantequilla para untar). El café sí era gratis. Otro mito más que hemos comprobado.

3) Casas gañanas llenas de trastos oxidados alrededor

Como esas que salen en la MTV donde unos gañanes hacen un tractor a partir de chatarra. Y los molinos de viento de estos rancios. Fijo que si te acercabas a la casa un viejo te esperaba en el porche con una escopeta: "Fuera de mi propiedad"



4) Tiendas bizarras

Y hablando de escopetas... nos sorprendió la cantidad de tiendas que tienen en la carretera. Dos ejemplos: nos cruzamos con la tienda de fuegos artificiales "más grande del Sur de EEUU". Nos quedamos con las ganas de parar. Pero donde ya no pudimos resistir la tentación fue cuando nos encontramos con este anuncio en la carretera (también lo tenemos en negro):



La tienda debe ser famosa en todo el Sur, la favorita de los gañanes. Paramos ahí. Menudo percal. No sacamos fotos porque daba miedete, pero pude calibrar el reparto de pesos de los rifles de francotiradores y el tacto de las ametralladoras de trípode. Un simpático tendero me dijo que si quería me podía enseñar más a fondo las pipas. Repasamos la sección de ropa de camuflaje y los chalecos antibalas. Brutal.

5) Medios de locomoción

La primera vez que los ves, flipas. Nos estamos refiriendo a los camionacos con el morro fuera, típicos aquí. Pero lo que más te sorprende son las autocaravanas que se llevan, auténticos autobuses. Son tan grandes que no es el coche el que la remolca, sino que el coche va detrás.





6) Dejavús

Aquí todo es tan grande que piensas que ya has estado ahí antes. Menos mal que los carteles te aclaran las cosas. Eso sí, ojito con saber si estás en el Estado correcto. Aquí los nombres de los pueblos se repiten en cada Estado. Por eso cuando hablas de una ciudad tienes que dar siempre el Estado. Por ejemplo, hay 8 Miami en EEUU. Ahí van dos conocidos lugares simpsonianos:



En definitiva, que si venís por estas tierras no podéis dejar de haceros un mini road-trip, para poder degustar el sabor de la auténtica América. Os dejamos con el comienzo de Easy Rider para iros abriendo el apetito:

miércoles, 11 de enero de 2012

Buscando fantasmas

El día que me dijeron: ¡estás contratado! pensé... joder, cómo mola, Miami. Esto... ¿y qué narices hay ahí? Después de una breve búsqueda averigüé que había cubanos exiliados, cocodrilos y manatís. Y me dije: bueno, pues vamos a buscarlos.

Los primeros fueron fáciles de encontrar. A los segundos los vi en los Everglades, los pantanos de la Florida. Y los terceros... pues es como buscar gamusinos. Todos dicen: sí, claro que hay, están ahí, si se ven muchos... tú mira en el río. Pues yo por más que miro no los veo. Esto me recuerda a las llaves del Street Fighter, que a todo el mundo le salían todos los ayuken a la primera, menos a mí. Ahora que los veo entiendo por qué: soy muy torpe con mis garras.



Bueno, sí puedo decir que vi uno hace unos días. Cuando la casa la teníamos más llena que Downton Abbey, estas Navidades, fuimos a visitar Miami. Y yendo en el Metromover, un minitren automático que parece el tren de la bruja, vimos en el río algo... una forma conocida: ¡un manatí!

Y tan contentos que estábamos. Hasta que un lugareño, viendo nuestra alegría de paleto de pueblo nos casca: "It's dead". Mal, ¡mal! ¡Por qué tiene que decirnos que estaba muerto si estábamos tan ilusionados! Es cierto que era como Piticli, el pájaro de Enjuto, que no se movía mucho. Y que estaba boca arriba. Pero después de ver los cientos de carteles que hay por Miami como éste, no ser capaz de ver un manatí... se te queda la cara un poco de memo mientras piensas: ¿Soy el único imbécil que no ha visto un manatí en Miami?



En fin, que aún me falta algo para poder decir con orgullo que soy un Miamiense de pro. Primero, saber cómo narices es el gentilicio del lugar. Y segundo, ver un manatí. Y cuando lo vea, voy a salir al mundo entero y voy a gritar que tengo cosas que decir. Por fin podré cantar, alto y claro, que ser Miamés da muchísimo gustico, ser miamés, ¡ay qué rico chico!



Va, otro día os contamos algo de lo que sí hemos visto. Son muchas cosas, a ver si las vamos ordenando.

martes, 10 de enero de 2012

Muchachada around the world. Hoy... Orlando

Bueno, más bien, parques temáticos de Orlando. Ya que ayer terminamos de contaros la aventura del viaje a Orlando, y ante la insistencia de nuestros fans por saber qué hicimos allí, vamos a contaros las flipadas que vimos.

Si tuviera que resumir Orlando en una palabra, sería... ¿fantasía, ocio, diversión, parques, temáticos? No, la palabra que mejor lo define es, sin duda, dinero. Muuucho dinero. Aquello es una máquina brutal de hacer dinero. Desde el momento en que te encuentras a 15km de allí todo empieza a cambiar. Ya no ves las cosas típicas de todas las ciudades. Sólo ves las afueras de un parque temático. Casas, hoteles, restaurantes, negocios. TODO está orientado a los parques temáticos. Todo hecho para que el personal llegue, se divierta, suelte MUCHA pasta, y se largue (dándole las gracias por venir, claro).

El primer día visitamos al gran clásico: Walt Disney World. Esto tiene 5 parques que reciben una media de 150.000 visitantes diarios. Fuimos a Magic Kingdom, el del castillo de La Bella Durmiente, todo un mundo de cartón piedra donde nos recibieron (previo pago de $90) Mickey, Donald y Goofy. A Pluto le debieron castigar porque no le vimos. En el parque había más gente que en la guerra. Y eso que era viernes laboral, día de colegio. Daba igual. De gañanes hasta la cencerreta.

Eso sí, te lo pasabas genial viendo las memeces que hacían los personajes. Tenían todo ensayadísimo, hasta las miradas de complicidad de las princesas con sus príncipes. Un curro de la leche para que los críos se crean lo de "cree en tus sueños" y los padres se crean el eslogan de "que comiencen tus recuerdos". Y, en definitiva, gasten, gasten, gasten. Y cómo. Vimos gente que llevaba más de $500 en regalos de todo tipo.



Había tiendas a patadas, con orejas de Mickey a $19.95+tax y otras muchas chorradas inimaginables. Eso sí, algunas películas Disney ni las vimos. ¿Ejemplos? El Rey León. Nadita.

Para los que les gusten los detalles del parque les dejamos esta página, un poco asco visualmente pero que te explica hasta el último moco y responde a preguntas como la clásica "¿cómo aparece Mickey por el castillo?¿vive ahí?".

Tienen que acabar locos de remate con tanta memez que hacen. Hasta te despedían con una sonrisa cuando te montabas en la montaña rusa y te aplaudían al volver. No nos extraña que Disney acabara harto y en vez de cerrar, y todos a la calle, fingiera su propia muerte. En definitiva, mucho espectáculo, mucha carroza, y pocas atracciones.

De recuerdo nos compramos un Mickey, made in Vietnam. Pensamos que lo hizo un niño vietnamita. Que cree en la magia de Disney, claro.

El segundo día nos fuimos a Universal Islands of Adventure. Un parque mucho más moderno, menos ñoño, y bastante más divertido. Por no hablar de unas atracciones muy majas, con tiempos de espera de 10-30 minutos, frente a la 1h-1h30 de Disney. Se ve que Universal ha aprendido mucho de Disney, porque tenían TODO ambientado. Hasta las tiendas vendían sólo cosas relacionadas con el área en la que estabas. Impresionante.

Lo que más nos gustó, sin duda, la zona de Harry Potter. Flipante. Te meten en el pueblo y tienes todas las tienditas. El castillo es una pasada. Nuestra amiga Gema, gran fan del mago, flipaba. Nosotros también. En fin, una gozada para cualquiera que haya visto las pelis.



También nos acordamos de Nico en las tiendacas donde sólo tenían artículos de Spiderman. También las había de otros superhéroes. Una barbaridad.



La genialidad del parque era que a las 8 te largaban de ahí, pero te metían en la zona aledaña que cerraba a las 2 de la mañana. Y estaba plagada de restaurantes, tiendas, cines... toda una fiesta que la muchachada orlandiana había adoptado como zona de farra, y ahí llegaban a las 8 de la tarde a dejarse sus dolarazos.

En resumen, toda una experiencia que no olvidaremos en mucho tiempo. Básicamente por el coche y el pastizal que nos dejamos en el parque. Bueno, y porque los parques molaban. Aun así somos más de ciudad y museos que de parques de atracciones. Tardaremos en volver.

lunes, 9 de enero de 2012

Está bueno este carrito II, el videojuego

Noche cerrada en un motel de carretera. ¿Dónde? Ni puta idea, sinceramente. Tuvimos que mirar en google dónde estábamos. Después de un viaje que se nos hizo eterno, pensábamos que estaríamos ya cerca de nuestro destino. Pues no, ni un poquito. Habíamos hecho sólo un tercio del camino. Y ahí estábamos, agotados pensando si el coche nos aguantaría hasta Orlando.

La buena noticia era que si el coche se paraba veríamos el arcén para detenernos. Ah, y que los PepBoys nos habían dado un descuento para una grúa. Desde luego da mucha confianza que el mecánico te arregle el coche, y de regalo, te dé un vale descuento para una grúa.

Por la mañana salimos y a los pocos kilómetros vuelve la fiesta. El piloto de la batería se apaga. ¡Funciona, funciona! Quince segundos después vuelve a encenderse. Se ha jodido de nuevo. Así varias veces.

Cuando ya nos hemos acostumbrado, el carrito decide darnos por el saco nuevamente y se enciende otro piloto: el del tapón de la gasolina. La animada conversación es sustituida por un silencio hiriente.

Lo siguiente: una niebla en la carretera del carajo. Joder, aquello parecía el Super Mario Bros, con una pantalla nueva cada 10 kilómetros. ¿Cuál sería el malo final?

En fin, llegamos ya a Orlando con el culo bien apretao y decidimos que yo llevaría el coche a reparar antes de irme a Disney. La suerte hizo que hubiera otro PepBoys sólo a 2 km. del hotel, buena distancia para volver andando en la siguiente pantalla del videojuego. El coche no me lo podían mirar hasta por la tarde, y ahí se quedó a dormir. A las 3:30, llamada que no me da tiempo a coger. Mensaje en el buzón: "Mr, your car is ready. It's 330". Otra vez el acojone. Ese 330 ¿qué quiere decir? ¿Que son las tres y media? ¿Que nos van a clavar otros 300 napos?

Sábado. 7:00AM. Estoy en el taller para recoger mi carrito que está ready y salir disparados a hacer cola los primeros en la Universal. Arranco el coche y se vuelven a encender todos los pilotos del día anterior. Esto... ¿no estaba arreglado? ¡El malo final me había puesto un señuelo! Un mecánico-secuaz más tonto que un perro listo me miraba con cara de póker: "ayer había un cable suelto y lo apretamos". Mmm, una reparación inteligente. "Lo tendremos que mirar de nuevo si lo deja". Mi indecisión sobre qué hacer terminó cuando lo arranqué nuevamente y... se murió.

En fin, otro día más tenía que estar el coche parado. Y en esta ocasión surge otro inconveniente. Al día siguiente por la tarde había que estar en el aeropuerto de Miami, sí o sí. ¿Solución? El comodín de la llamada: alquilar un coche para por si acaso.



Como no queríamos dejarnos otro pastizal, elegimos una compañía que te promete las tarifas más baratas. Joder, cojonudo, sólo 30 dólares el día, por 2: ¡60!. Qué gran error. América es el país donde hay que comprobar los precios 2 veces. Resulta que los $60 eran sólo el alquiler. Los seguros costaban otro riñón. Y la broma se nos puso en $150. Ciertamente las tarifas más baratas, no el precio más barato.



Esa tarde (se dieron prisa), después de haber barajado las mil perrerías que nos podían pasar me llaman. Redoble de tambores. Suena el veredicto: "Está bueno este carrito. Hemos cambiado el alternador, que se lo habían puesto defectuoso. ¿Se lo dejamos en algún sitio?" Uy, qué amables pienso. "Sí, en mi hotel". "No, no, ahí no podemos. Pero podemos dejárselo con la puerta abierta y las llaves escondidas para que venga a recogerlo." Esto...

En fin, que el domingo recogimos el coche, y no dio ningún problemita hasta casa. ¡Vencimos al malo final! Bueno, pasarse el juego con la tercera vida, esto...alternador no está nada mal para un finde. Saco algunas lecciones de este finde:
- cuanta más prisa tengas por llegar a los sitios, peor.
- los mecánicos también se equivocan.
- y... los videojuegos son tus amigos: cualquier cosa la puedes conventir en videojuegos, hasta conducir un coche tullido. Toma videojuegos a cholón, a almorzas, eso sí, bajo la supervisión de tu encargado de gimnasio.

domingo, 8 de enero de 2012

Está bueno este carrito

Ya estamos de vuelta con todos vosotros. ¡Habéis tardado mucho! Sí, bueno, han sido dos semanas de ausencia. Pero menudas dos semanas, llenas de aventuracas y chorradas como pianos. Os van a sorprender. Vamos a empezar con una buena, la que nos ha pasado este fin de semana.

La idea era sencilla: aumentar los beneficios de Disney y la Universal. Traducción: corrernos unas juergas en los parques temáticos de Orlando. Saldríamos el jueves 5 por la tarde y el viernes y sábado serían días de desenfreno, para volver tranquilos el domingo. Menudo plan, menos aburrimiento hemos tenido de todo, pero no precisamente por los parques.

El día 5, salimos tan contentos, con nuestro carrito, que está bueno según nuestro cubano amigo Tony el mecánico. Venían también nuestras amigas Gema y Laura, que nos han estado visitando estos días. Marga va al volante y yo de copiloto. Los ánimos están exaltados y la gasolina algo baja. Empieza la fiesta.

- Oye, me ha saltado una luz, alguien no lleva el cinturón.
- Mmm.
- Ah, no, que es el airbag.
- Mmm.
- Ah, no, que es la gasolina.
- Esto...
- ¡Argh! ¡Ya no funciona ninguna aguja!

Sí. Nuestro coche había decidido tomarse unas vacaciones. Bueno, el cuadro de luces. Y, claro, comienza el acojone. ¿Qué hacemos? A ver si es la gasolina, qué pasa...

Todo esto atardeciendo ya. Decidimos salir en la siguiente salida y es entonces cuando al motor le da el subidón, y se nos hace el machote poniéndose a 5000 revoluciones. Acojone in crescendo. ¿Qué pasa? Voy a parar. ¡Prueba a frenar primero! ¡Vamos a palmar! Para aquí. No, aquí no te pares, que no volvemos a arrancar. Todo esto con un megatodoterreno comiéndonos el culo. Al final paramos, y después de comprobar que todo parecía que iba bien, decidimos buscar ayuda antes de que anocheciera.

Después de preguntar en una gasolinera nos enteramos de que hay un taller digno como a 5 millas de ahí. Buscando encontramos otro taller rancio en medio de la carretera. ¡Voy a parar aquí, que se hace de noche! Error. Nos atiende Cletus.




- Necesitamos ayuda, nuestro coche está haciendo cosas raras.
- Ufff... ya es muy tarde. Hasta mañana no voy a poder mirar nada. (rascándose la entrepierna)
- ¿Qué puede ser, nos ha pasado esto y lo otro?
- Ufff, no lo sé. ¡Pueden ser tantas cosas! (sonrisa desdentada)

Después de la confianza que nos transmitía, probamos a seguir buscando el taller fantasma, cuando... empieza a encenderse el piloto de batería. Buuuffff... Al final, en a tomar por culo descubrimos el taller: los fabulosos Pep Boys, taller famoso (¡los Simpsons ya los conocían!).



Y los reales...



Después de explicarles lo que nos pasa nos dice el tipo: eso va a ser el alternador. Mueve el coche aquí. Arranco y... muerto. En fin, tres horas y 500 dolarazos después nos devuelven el carrito con un nuevo alternador y el problema solucionado.

A las 10 de la noche, de nuevo en la carretera y tan contentos ponemos al gran Elvis en la radio para celebrarlo y... se vuelve a encender el piloto de batería. Acojone mayúsculo: En una carretera que no conocemos, de noche, con iluminación nula, cansados, y a 3 horas aún de nuestro destino... no teníamos muchas opciones. Nos paramos en un motel de carretera ante el peligro de quedarnos sin luces. ¡Un motel! ¡Para aquí! Esto es muy caro. ¡Da igual!

El caso es que queríamos ahorrar un poco y por eso viajamos en nuestro carrito. Ahí va la factura: reparación del alternador - $500; motel de carretera - $130; el acojone de matarnos - no tiene precio.

Ahí no se acabaron nuestras sorpresas. Pero eso os lo contaremos mañana, que estamos agotadísimos.