viernes, 27 de enero de 2012

El sabgüei: guía para novatos

Hoy os vamos a hablar del Subway, el metro de Nueva York, mítico donde los haya. Todos hemos visto trillones de películas donde aparece el metro. Para el que no lo haya hecho, ahí va una foto:



Nos costó un poco entender cómo funcionaba. Nuevamente, parecíamos Paco Martínez Soria asombrados por tanta... ¿modernidad? No, por semejante caos mental. Tuve que sacar mi vena ingenieril para obtener un patrón lógico de funcionamiento. Hoy os queremos ahorrar, futuros viajeros, ese caos. Vamos por partes:

1) La boca de metro

Lo primero que te encuentras nada más ir al metro... es que no sabes por dónde tienes que entrar. Ves la boca del metro y dices: "Bien, ahí dice metro. Me meto por donde ponga mi línea". Consultas el mapa, sencillo donde los haya y decides subirte en la calle 34. Llegas y piensas: "Soy un hacha. ¡Al metro!"



Por supuesto listillo. ¿La boca es uptown o downtown? ¿Mande? Pues mire Ud. En función no sólo de la línea, sino también el sentido en el que vaya (downtown=a la puntica sur de Manhattan), tiene que meterse por una boca o por la acera de enfrente.

No, no están conectados los dos sentidos por dentro, salvo en estaciones tochísimas. Eso quiere decir que si te pasas un día de estación... el Subway vela por tu salud y te hace ir andando, porque si no te toca salir a la calle, cambiarte de acera y volver a pagar para ir hacia atrás.

2) El billete

Una vez que te has pegado el paseo te enfrentas a la máquina: La expendedora de billetes. Estas máquinas son como las collejas de las madres: duelen al cabo de un rato. Porque a la primera te quedas tan contento: "10 dólares me he gastado y me regalan 1,70, ¡bien!". Pero a la tercera vez que usas tu billete te das cuenta que algo no cuadra. Te quedan 2 viajes... sumo, me llevo 2, ... y resulta que te vas a quedar sin más viajes... y te sobran 70 céntimos.

¿Por qué? No lo sé, pero cuando visitamos la ciudad tuve que hacer mil peripecias para que al final no nos sobrara dinero.

3) Qué moderno todo...

Qué chula la peli ochentera de las bandas en el metro. Qué bonico el tren así gris, en plan patata ondulada... qué bonitos eran antes. Perdona, antes... y ahora. Porque por ser, es exactamente igual. No han gastado un duro en renovar la imagen de los trenes.

Por no hablar de la limpieza de las estaciones. Aquello parecía la osera del Oso Yogui. Las estaciones no habían sido renovadas en mucho tiempo, la iluminación era pobre, y esos tonos tan oscuros... de noche daban algo de respeto. Menos mal que según dicen, ya es todo muy seguro, que si no...

4) ¿Cuál es el mío?

En fin, que cuando ya te has conseguido sentar a lo vieja, con una bolsa de plástico debajo del culo, y te has hecho tu nido, te llega el tren. Vale, ¿cuál cojo? Y aquí empieza la ingeniería.

Resulta que por cada vía pasan trenes que cubren la misma línea. Pero no todos paran en todas las estaciones. Hay trenes exprés que paran sólo en las estaciones importantes (pueden saltarse hasta 8 estaciones sin parar) y otros locales que paran en todas las estaciones. Pero resulta que por la noche el que había sido local ahora es exprés y el exprés es local. O, dependiendo de la hora, circulan hasta un sitio u otro. El criterio creo que era: los que están en el interior de la estación son los exprés y en el exterior los locales. Pero no siempre es así.

5) La diversión

Pero no todo va a ser malo. El metro te ahorra distancias realmente enormes. Cuando el tren está en marcha por los túneles, otro tren se puede poner en paralelo al tuyo y ves al de enfrente hurgándose la nariz. También puedes admirar la cantidad de gente distinta que hay en la ciudad. Y no hay tantísimo turista como en la calle. Además, cualquier día te puede sorprender una chorradaca como ésta:



En definitiva, que el metro está bien para lo que está, que es llevarte, pero de cómodo tiene más bien poco. De todos los metros que hemos conocido, por sencillez, frecuencia, velocidad, limpieza y precio... sigue ganando por goleada el metro de Madrid.

La próxima entradaca la publicaremos el martes. Nos vamos de viaje a comparar otro metro. Bueno, más bien tranvía, un tranvía llamado Deseo. Nos vamos mañana a Nueva Orleans. Ya os contaremos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario