domingo, 13 de mayo de 2012

Campground weekend

Ayer tocamos cumbre en tema de americanadas. De todas las chorradas típicas que habéis visto hacer a los americanos, de todas las cosas que se os puedan ocurrir, hay una por encima de todas: una noche de campamento asando en una hoguera esas cosas blancas pinchadas en un palo.



En todos nosotros siempre hubo un niño que quiso asar salchichas y comer marshmallows (así se llaman). Y a todos los que hemos sido scout la primera pregunta que nos han hecho era: ¿Y por la noche cantáis canciones alrededor de un fuego mientras asáis nubes?

Ahora podemos decir que sí, lo hemos hecho. Pero no de cualquier forma. Un sueño tan delicado como éste sólo se puede llevar a cabo de la mano de un auténtico profesional en la materia: un Boy Scout of America.

Este fin de semana nos hemos ido a los Cayos para visitar Key West y estar de acampada con Maite y sus hijos: Pablo y Ana. Resulta que cuando nos levantamos el sábado nos encontramos con esto al ladito de nuestra tienda:




Como esto es América se tienen que cumplir todos los buenos prototipos de película. En nuestro caso fue la Banda del patio. Entre los troperos que pululaban había un friki con pecas, un gordo y un larguirucho gafotas sabelotodo que nos saludó desde lo alto de un castillo con un "Hola. This is the only thing I know in Spanish".



No pude apagar mi curiosidad y me presenté. Allen, el jefe scout, era el arquetipo de scout americano. Ya os contaremos las diferencias entre scouts en América y España. Me costó 15 minutos de conversación llegar hasta LA pregunta: "Oye, ¿y vosotros hacéis marshmallows por la noche?" Me dijo que sí, ¡que sí! Y que hablaríamos.

Ya llegó la noche, y después de pelearnos para hacer un mísero fuego, pudimos asar salchichas en un palo. Aunque los scouts americanos tenían una fogata enorme (la culpa la tiene la legislación española que no nos deja hacer fuegos en el campo), disfrutamos como niños.



El momento cumbre llegó cuando nos pusimos con los marshmallows y le enseñamos al jefe scout el primero. Su respuesta, muy educada: "Bueno, a mí me gustan menos quemados". Dejó a un lado nuestro marshmallow carbonizado tamaño estándar y sacó una bolsaza llena de marshmallows XL. Y nos enseñó cómo se hace de verdad.

Se pincha uno en un palo, se pone al lado del fuego, pero no encima de la llama. Y se le da vueltas para que se dore un poquito. Luego, ya muy profesional, se pone entre dos galletas "Graham cracker" (a mí me sabían a María Fontaneda) con un poco de chocolate Hershey's (en versión española Nestlé Extrafino) y a comer.

¿A qué sabe? Aquella esa la mierda casera más pegajosa que se pueda fabricar. Como se te ocurra tocarlo hasta que no te laves te sigues pegando a todas partes. Y es una bomba de azúcar. Las muelas rechinan y el colesterol se regocija. Pero es como el "tomacco", aunque sepa a dulce mierda quieres uno más, hasta que tu pobre estómago dice "otro más, no", y decides agradecerle el esfuerzo bebiéndote media garrafa de agua para que pase.

En fin, una delicia para los niños, una tradición para los scouts y un gran negocio para los dentistas. América genera oportunidades para todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario