domingo, 27 de mayo de 2012

Muchachada around the world. Hoy... Salt Lake City

Saludos desde el Wild West, muchachada. Esta semana vamos a estar un poco menos activos que en otras ocasiones. Estamos haciendo acopio de chorradas que contaros en otro interesante viaje. No podía faltarnos a nuestras experiencias hacer realidad otro mito de nuestra infancia: dar una canasta de emparedados de mantequilla de maní al oso Yogui. Sí, estamos en Yellowstone, una pasada de parque. Ya os contaremos. Hoy os dejamos con otro lugar en el que hemos vivido una auténtica experiencia religiosa: Salt Lake City, Utah.

Salt Lake City, además de haber sido sede de los JJOO de invierno, es la capital mundial de unos personajes por todos conocidos...



¡Los mormones! Estos simpáticos muchachos que todos alguna vez hemos evitado (menos Mikel que les aguantó la chapa hasta que le regalaron el libro de Mormón, claro), tenían que salir de algún sitio. Aquí, en Salt Lake City está su base. Resulta que en 1852 los americanos echaron de su territorio a los mormones por considerar peligrosa su religión. Y como no tenían a dónde ir caminaron hasta llegar a un sitio que nadie quería: un lago salado. Y a pesar de que vivir al lado de un lago salado es un poco ful, prosperaron, ¡y cómo!

En Salt Lake City hay muchas cosas que visitar: Temple Square, y Temple Square. Esto de Temple Square es la sede de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, la Iglesia de los mormones. Esto es como si os vais al Vaticano: hay mucha pasta. Pues aquí, como capital de su religión, también hay pasta, y eso que su Iglesia es pequeña.



En Temple Square hay montones de edificios multiuso: sala de conferencias, biblioteca especial, oficinas para coordinar la religión a nivel mundial, y una iglesia que tardaron 40 años en construirla.



Pero lo que más destaca de todo Temple Square es el centro de visitantes, donde te explican cómo se creó su religión, cuáles son sus pilares, cómo está montado todo el chiringuito... Para eso usan sencillos cuadros con pasajes de la Biblia, como éste de Adán y Eva. (La primera vez que los vemos con más ropa que una hoja de parra, sí que tenían pasta en este Edén).


También utilizan dioramas con todos los profetas de la Biblia, además de los propios de su religión: Mormón, un jefe indio del s. I; y Joseph Smith, un chaval de la América del s. XIX. Todos los dioramas están muy estudiados, con figuras, escenario, vídeos y Dolby Surround con música épica.


El caso es que sigues avanzando hasta que te encuentras en lo más alto del edificio, con un argumento irrebatible para gran parte de los creyentes del mundo mundial:


Para rematar, llegamos a otro edificio, donde, en parejas, simpáticos mormones te intentaban convertir. Imaginaos si es difícil en España esquivarles. Pues ahora pensad que no había una pareja, eran por lo menos cuatro o cinco. Menos mal que estaban evangelizando a otros y debían estar consiguiéndolo, porque varias familias miraban muy atentas unos vídeos que les habían puesto. Aquello era como un concesionario:
- Hola, queríamos mirar nuevas religiones, a ver qué modelos tienen.
- Sí, mire, esta es la nuestra. Pase a ese sofá para que le pueda mostrar las características. Podrá comprobar que tenemos algo para toda la familia, y su salvación está garantizada.
- Ah, sí, vale, nos encantará conocer esas interesantes cualidades. ¿Dónde está el vídeo?

En fin. Que a nosotros tanto despliegue de medios, además de varios cientos de fieles que celebraban bodas casi nos convencen. Menos mal que, en el último momento, vimos de dónde salió el Libro de Mormón: Jesús, al resucitar, visita América, donde le hace una serie de revelaciones a Mormón, un jefe indio; el jefe lo escribe en unas tablas de oro y lo entierra; 1800 años después a Joseph Smith se le aparecen Dios y Jesús, que le chivan dónde está escondido aquello; lo desentierra, lo traduce de una lengua incomprensible bajo el influjo divino y, ale, Libro de Mormón al canto. Demasiada información que procesar en sólo 20 minutos.

Eso sí, la bondad que destilan estos muchachos se transmite a todas las partes de su ciudad. Y, por primera vez en EEUU, nos hemos encontrado una ciudad en la que el transporte en el centro es gratuito, todo está limpio y ordenado, y se respira como una paz especial. Homer, esto es la calle de la piruleta, del país de la gominola.

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