domingo, 1 de abril de 2012

¡Vamos Rafa!

Nuestra transformación en miamenses sigue su curso. Hoy hemos recibido una lección que nos ha sacado de nuestro gañanismo para sumergirnos en la "Beautiful people" de Miami. Nos hemos ido a la final del Sony Ericsson Open Miami Masters 1000. El tenis para los gañanes, pero hay que decir todo eso para quedar bien en Miami.



Todo esto está organizado como muy a la americana. En primer lugar, el estadio está en una isla paradisíaca... pero no tiene parking. A eso se le une que prácticamente los 14000 espectadores llegan en coche. Todos por el único puente que une la isla con tierra firme. Y, claro, pasa lo que tiene que pasar, que se forman unos atascos tremendos.

Eso sí, ahí entra la logística eventil puramente americana. Hay 3 grandes parkings: el normal ($12), el de minusválidos, y el chachi ($30). El parking normal no es un parking, sino que son las cunetas de una carretera. Según entras, pagas, y luego te van dirigiendo, llenando las zonas de aparcamiento. Una vez que entras ya no se puede salir, al menos hasta que deje de entrar gente.

Este primer parking está a casi una hora andando bajo un sol de justicia. ¿Andar? ¿Un americano? ¿En Miami? ¡Ja! Para solucionar eso te esperan unos "shuttle", unos autobuses que te llevan hasta el estadio. Y a la vuelta lo mismo. Y en el bus, hasta un detalle americano: puede dejarle propina al conductor... porque sí.



La zona de minusválidos ya está mucho más cerca, pero no en la puerta. La de la puerta es la zona de los 30 dolarazos. Aquí el que paga va antes que nadie. Para no ver minusválidos haciendo carreras en sus sillas de ruedas por la carretera, les ponen unos carritos de golf que les acercan, y solucionado.

El evento en sí también era muy americano: muchas tiendas, zonas para comer, muestras gratuitas de chorradas... y luego a ver el partido.

El partido ha estado interesante, el Murray un poco paquete, pero bueno... Una pena que no estuviera Rafa, porque queríamos animarle. Aun así, no pasa nada, ha habido 5 o 6 que han gritado el clásico "¡Vamos Rafa!", incluso durante el dobles femenino.

Lo que sí variaba era el tipo de público. Igualito que en los camionosaurios, oiga. Tan diferente que nos ha dado vergüenza sacar nuestros sandwiches de mortadela, y hemos tenido que esperar a que terminara el partido para comerlos en un rinconcito de la grada más alejada.

Para la gente de los scouts: en la entrega de premios (qué velocidad para preparar todo), hemos visto pasar a la Pere americana.



Después, ya reconciliados con el mundo, nos hemos bajado a pie de pista, para hacernos los guays y disfrutar del segundo plato: el doble femenino. Teníamos que pensar qué hacer: si seguir el partido, mirar las piernacas y los bíceps de las tenistas, o aguantarnos las ganas de acariciar la calva del árbitro.



En fin, que ha sido un día plagado de tenis, gente con pasta, mucho sol y atascos sin límites. ¿Será eso el auténtico Miami?

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